La Real Academia Española (RAE), explica que la migración es «el desplazamiento de población desde su lugar de origen a otro diferente, ya sea por causas económicas o sociales», es por esto que, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y otros tratados internacionales la han calificado como un derecho inamovible en los seres humanos, siendo considerado así desde el año 1948.
En un país como Honduras, donde la dura realidad converge entre la pobreza, la inseguridad y la falta de oportunidades, mismas que poco a poco orillan a la población a que tenga que hacer uso de ese derecho de forma obligatoria, abandonando sus lugares de origen, sus familias y su tierra por buscar un futuro mejor o un destino más «cómodo» para poder establecer sus raíces y asegurar una mejor vida para ellos y los suyos pese a las grandes dificultades que esto refiere en sus vidas.
Por si fuera poco, sumándose a estos retos, la comunidad migrante hondureña, latina y hasta mundial en este caso particular, se han visto duramente perseguidas como en los tiempos de Jesucristo, donde las barreras cada vez son más altas y gruesas, poniendo sus espaldas contra la pared y sin poder hacer nada para cambiar sus futuros.
Desde la llegada de Donald Trump a la oficina oval de la Casa Blanca el 20 de enero del 2025, la comunidad migrante ha visto como poco a poco los derechos adquiridos y facilidades dadas por el gobierno de Estados Unidos en administraciones demócratas se van esfumando cual humo de cigarrillo, viéndose cada vez con menos oportunidades de poder evitar la violencia y convirtiéndose en víctimas de racismo, marginación y tratos denigrantes para cualquier ser humano.
Aunque la «persecución» ha sido vasta en contra de la comunidad, los ejes principales que más han afectado a Honduras han sido tres: migración, educación y finanzas, tres pilares fundamentales en el traslado, asentamiento, enseñanza, formación y ahora, inversión y apoyo a sus familiares mediante las remesas, un nuevo clavo al ataúd que poco a poco entierra más a los migrantes.
Las tres «espinas» que se suman al calvario migrante
Cual Jesucristo, quien se vio marginado y duramente atacado por un sector mayoritario, pudiente y robusto, los migrantes cada vez reciben más espinas en la corona que cargan sobre sus cabezas para alcanzar un mejor futuro, una vida más sana y finanzas que les permitan servir como sustento que alimenta a sus familias en las tierras que los vieron nacer.
En el caso de la migración, Donald Trump suspendió el sistema de asilo, permitiendo deportaciones sin audiencias ni representación legal. Se reinstauró la política de «Permanecer en México», obligando a los solicitantes de asilo a esperar en ese país mientras se procesaban sus casos.
Además, se firmó una orden ejecutiva para poner fin a la ciudadanía por nacimiento para hijos de inmigrantes indocumentados y visitantes temporales, aunque fue bloqueada por tribunales federales.
Asimismo, el programa «Project Homecoming» incentivó la «autodeportación» ofreciendo vuelos gratuitos y mil dólares a quienes regresaran voluntariamente a sus países de origen, ingresos que, ante la desesperación es visto como un trago de agua en el desierto mientras son «despachados» a su tierra dejando atrás todos los sueños que alguna vez se propusieron.
Simultáneamente, se intensificaron las detenciones en juzgados de inmigración, generando temor entre los migrantes y zozobra en sus pequeños hijos.
En el caso de la Educación, el mandatario emitió la Orden Ejecutiva 14190, titulada «Poner fin a la adoctrinación radical en la educación K-12», que prohibía la enseñanza de contenidos considerados «antiestadounidenses» o «subversivos», incluyendo la teoría crítica de la raza y la ideología de género.
La orden también instruía a las fuerzas del orden a investigar y procesar penalmente a educadores que facilitaran la transición social de menores transgénero, considerándolo explotación sexual de menores o ejercicio ilegal de la medicina, además de alejar a los migrantes de una oportunidad para poder adquirir el pan del saber de forma gratuita, donde los centros educativos deben, en algunos estados, verificar el estatus migratorio de los alumnos para poder recibir este derecho universal.
Mientras que, el último golpe recibido al estomago de los que no tienen que comer y que abandonan sus hogares está el del ámbito financiero, donde, este jueves la Cámara de Representantes aprobó con 215 votos a favor del Partido Republicano y 214 en contra por parte del Partido Demócrata, la administración Trump impulsó un impuesto de entre el 3.5 al 5% sobre las remesas enviadas al extranjero, afectando a inmigrantes indocumentados y personas con visas temporales, pero eximiendo a ciudadanos y residentes permanentes legales.
Esta medida generó preocupación en países receptores de remesas, como Honduras y El Salvador, donde estos fondos representan una parte significativa del PIB.
Ante esto, los migrantes deben solo masticar y tragar, aceptando medidas lesivas que no pueden objetar, puesto a que su situación irregular no les permite voz ni voto en esto, teniendo que acoplarse a un sistema que les rechaza y que poco a poco les conduce a tomar decisiones con la cabeza nublada, aferrándose a una de las últimas ramas en el frondoso árbol que alguna vez significó «la tierra de la libertad».