Por: Kelin Medina
La 39 está casa… Olimpia sepultó 4-1 a Real España y confirmó su grandeza en la Liga Nacional. No hubo remontada aurinegra ni nada parecido. Los Albos celebran el primer título bajo el mando de Espinel.
En una noche de pasión, orgullo y gloria, el Olimpia volvió a escribir con letras doradas su nombre en la historia del fútbol hondureño. Con el rugido de una afición que jamás dejó de creer, los leones blancos demostraron, una vez más, porqué son el equipo más grande del país. Esta no fue solo una victoria, fue una declaración de grandeza: la copa número 39 ya tiene dueño.
Y fue en una jugada precisa, al minuto 15 con un centro medido de Edwin Rodríguez, el balón voló con dirección exacta hacia el área rival hasta encontrar la cabeza de José Mario Pinto, quien se elevó entre la defensa rival como un gigante y, con un testarazo certero, abrió el marcador a favor de los blancos.

Pero la emoción no tardó en equilibrarse. Al minuto 38, Brayan Moya sacó su instinto goleador y empató 1-1 el encuentro, poniendo suspenso al duelo.
Sin embargo, apenas un minuto después, el estadio volvió a explotar… José Julián Martínez, con una técnica impecable, se impuso en el juego aéreo para mandar un golazo de cabeza al fondo de la red 2-1 Olimpia retomaba la ventaja en un abrir y cerrar de ojos.
Y como si la historia exigiera un final con firma de leyenda, una mano dentro del área de Devron García fue sancionada sin titubeos por el árbitro. Desde los once metros, el eterno goleador Jerry Bengtson asumió la responsabilidad. Con la frialdad de un veterano y la determinación de un campeón, venció al arquero para sellar el 3 a 1.
Pero la fiesta no había terminado. Al minuto 78, Olimpia encendió la magia una vez más. José Mario Pinto, en una noche brillante, filtró un pase entre líneas. Michaell Chirinos controló, se perfiló y sacó un disparo certero que terminó en el fondo de la red 4-1. Golazo. Y delirio total en las gradas.
El silbatazo final solo confirmó lo que el alma olimpista ya sabía: Olimpia es campeón otra vez. No fue suerte, fue historia. Y así, con la copa 39 en sus vitrinas, el león ruge más fuerte que nunca.