Durante este martes, en Moscú, un atentado con bomba provocó la muerte del jefe de las fuerzas de Defensa Radiológica, Química y Biológica del ejército ruso, Ígor Kiríllov, y de su asistente.
El hecho ocurrió en la avenida Riazanski, cuando un explosivo oculto en un patinete eléctrico detonó al paso de los militares. La onda expansiva rompió los cristales de un edificio desde el primer al cuarto piso y arrancó la puerta de entrada, dañando además tres vehículos cercanos, según consignó un medio.
Fuentes de la inteligencia ucraniana aseguraron a una agencia que el atentado fue una operación especial contra lo que consideran “un objetivo absolutamente legítimo”. Las autoridades rusas, por su parte, no han confirmado la autoría del ataque.
En esa línea, el Comité de Investigación ruso abrió una causa por “acto terrorista, asesinato y tráfico ilegal de armas”, sin entregar hasta ahora detalles sobre los sospechosos. En tanto, Dmitri Medvédev, vicepresidente del Comité de Seguridad ruso, amenazó con represalias contra Kiev.
El atentado ocurre un día después de que el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) presentara cargos contra Kiríllov, en ausencia, por el uso de armas químicas prohibidas en el conflicto. Según el comunicado emitido este lunes por el SBU, Rusia ha empleado este tipo de armamento en más de 4.800 ocasiones desde el inicio de la invasión.
Kíríllov, de 54 años, ocupaba el cargo desde 2017 y era conocido por liderar las acusaciones del Kremlin contra Estados Unidos respecto a la supuesta existencia de “biolaboratorios” en Ucrania, que según denunció, prepararían armas biológicas. También había participado en el desarrollo del lanzador de cohetes termobáricos TOS-2. El ataque representa hasta ahora el asesinato de mayor rango ocurrido en la capital rusa desde el inicio de la invasión a gran escala.