El presidente ruso, Vladímir Putin, declaró este martes la guerra a los extranjerismos con el fin de proteger la lengua rusa de la excesiva influencia de otros idiomas, especialmente el inglés. Putin promulgó el martes la correspondiente ley que le remitió la Duma o cámara de diputados, que la aprobó en primera lectura en diciembre pasado.
«A la hora de utilizar el ruso como lengua estatal de la Federación Rusa no se permite el uso de palabras y expresiones que no se correspondan con las normas del idioma literario ruso moderno», señala la nueva ley.
La excepción, añade, «son las palabras extranjeras que no tienen análogos en el idioma ruso y cuya lista está recogida por diccionarios normativos». La ley, que sigue la senda de otras lenguas como el francés, pretende proteger el idioma del «uso excesivo» de palabras extranjeras.
Ahora, el Gobierno ruso debe determinar el mecanismo de elaboración de gramáticas, diccionarios y otros manuales que incluyan las normas lingüísticas de obligada aplicación. El objetivo es promover el correcto uso del idioma en todos los niveles de la administración pública.
El uso de extranjerismos se disparó desde la caída de la Unión Soviética y la apertura de Rusia a Occidente en 1991, pero especialmente con la popularización de las tecnologías digitales y las redes sociales entre niños y jóvenes rusos. Los autores de la ley subrayan que el ruso juega un papel unificador en la Federación Rusa, un Estado con cerca de 200 etnias. Según el Instituto Pushkin, unas 258 millones de personas hablan ruso en el mundo, en su mayoría en el espacio postsoviético.