En el mes de enero el magnate inmobiliario y aeroespacial Robert Bigelow, fundador del Instituto Bigelow de Estudios de la Conciencia (BICS), lanzó un concurso de ensayos con tres premios de un total de 1.000.000 dólares a quien pudiera responder, con un buen argumento, una sola pregunta: “¿Existe evidencia creíble que respalde la existencia de una vida después de la muerte?”.
El ganador se llevaría el primer premio de 500.000 dólares será destinado para el escritor que logre proporcionar “pruebas contundentes ‘más allá de una duda razonable’” de que existe vida después de la muerte. En el segundo el concursante ganaría 300.000 dólares y el tercero 150.000.
De esta manera, los participantes debían presentar una tesis de 25.000 palabras sobre el tema para “resumir la mejor evidencia disponible para la supervivencia de la conciencia humana después de la muerte corporal permanente”.
Luego de numerosos trabajos recibidos, un panel de académicos y científicos premió a finales de noviembre un total de 29 ensayos. El primer lugar fue para Jeffrey Mishlove; el segundo para Pim van Lommel y el tercero para Leo Ruickbie. También hubo 11 finalistas, que recibieron 50.000 dólares, y 15 menciones honoríficas que recibieron 20.000 dólares cada uno.
Jeffrey Mishlove y su respuesta sobre la vida después de la muerte
El ganador del primer premio, Jeffrey Mishlove, un psicólogo clínico estadounidense, basó su ensayo “Más allá del cerebro: la supervivencia de la consciencia humana después de la muerte corporal permanente” en algunas direcciones de evidencias.
Experiencias cercanas a la muerte, comunicaciones después de la muerte, casos de reencarnación y xenoglosia (la supuesta habilidad de poder hablar o escribir un lenguaje que no se conoce). Todas ellas, según el autor, apuntan a la existencia de la conciencia tras la muerte.
Robert Bigelow explicó que su interés por una posible vida después de la muerte fue en gran parte el resultado de las pérdidas de su padre, hijo, nieto y esposa, por lo que quiere descubrir si sus seres queridos todavía podrían existir en alguna otra realidad.
