¿Qué puede hacer un conferencista para disminuir los nervios de los primeros segundos de hablar en público?
Lo ideal es estar preparado y tener la información suficiente para desarrollar el tema.
Digamos que quien tiene la información tiene el poder. Una persona no puede tener seguridad y confianza cuando habla de un tema sobre el cual no porta información y dominio.
Su comunicación no tendría fuerza, proyección, y lucirá mediocre. Un profesional que habla frente a un grupo, siempre está bien preparado.
Otro elemento importante es ser natural. El inicio debe estar muy bien preparado y tiene que captar la atención del grupo. Usted debe ser usted mismo y tiene que procurar el disfrute de sus conferencias.
Otra recomendación que me parece fundamental es que no debe tratar de parecer un genio, no debe ser prepotente, ni demasiado inteligente. No sea presumido, puesto que alguien así es rechazado por los auditorios. Los grupos pueden ser más inteligentes que los conferencistas y es imperioso valorarlos y respetarlos.
Transmita lo bueno que tiene, con sencillez, sin pretender parecer un genio. Sin presumir.
Hay que establecer sintonía con el grupo y no pensar que usted es muy inteligente y los demás muy brutos. No hay sintonía cuando usted parece decir que es lo máximo y que ellos son mediocres; que tiene un enorme éxito y ellos son fracasados.
No es bueno caerle mal al auditorio y esto ocurre cuando el orador es presumido. Usted realmente puede ser un genio, pero no debe parecer presumido al comunicar lo que sabe. Hay que hablar con sencillez y dar beneficio con su comunicación. Pienso que la prepotencia rompe la empatía.
¿Por qué las personas que van a hablar frente a los auditorios tienen temor?
Puede ser por las dudas que tienen frente al tema. Ese temor desaparece cuando la persona gana confianza y seguridad en sí misma, lo cual puede surgir por la preparación y el dominio del tema. Es por eso que uno debe hablar de temas en los cuales se haya ganado el derecho de hacerlo. Hay que ganarse el derecho, encontrar el lado bueno de lo que se va a contar, estar preparados.
No creo que los nervios desaparezcan del todo, pero si se pueden sentir en el estómago mariposas en lugar de murciélagos.
Los temores no desaparecen por obra y gracia del Espíritu Santo, pero con la preparación y la práctica cada vez se estará más tranquilo. Uno está vivo y siente nervios.
No se puede estar fresco como una lechuga. Hay que trabajar para que los temores disminuyan. El temor puede ser dominado, aun cuando no sea eliminado del todo.
¿Usted cree que la persona, entre más practica, más confianza gana?
Totalmente cierto.
Hay que tener una actitud positiva frente al reto de hablar en público. Hay que querer hacerlo y hacerlo bien.
Hay que hablar de lo que se conoce. Si tiene conocimiento, si sabe cómo desarrollará la conferencia, si domina el tema, lo demás es afinar la puntería con algunos detalles.
Se necesita mucha práctica para lograr habilidad. Y esa práctica debe ser eficiente, es decir, debe servir para mejorar cada día. Es imperioso retroalimentarse, pensar cómo nos fue en esa presentación, qué podemos mejorar, etc.
Uno puede preguntarle a la gente qué le gustó, qué no le gustó, qué se puede mejorar. Al retroalimentarse, al cuestionarse, al observarse, seguramente la siguiente presentación será mejor, será correcta, tendrá menos errores.