El propósito de Dios se cumplió este día en la vida de una humilde vendedora de baleadas que se instaló en los bajos del Congreso Nacional, y es que nuestra compañera Alejandra Navarro estaba presta a informar por HCH que la ciudadana de nombre Guillermina estaba vendiendo sus baleadas en el centro, casi sin gente por la cuarentena.
Allí fue donde el buen corazón de Eduardo Maldonado salió a flote, y es que Dios le puso en el corazón comprarle la venta del día a doña Guillermina para que ya se pudiera ir a su casa, por lo que la invitó a trasladarse a las instalaciones de HCH para que hiciera las baleadas y calientitas repartirlas entre el personal de turno de HCH.
Y así fue, Guillermina fue traslada en vehículo del canal y cumplió su misión; y aún recibió más porque gracias a nuestros patrocinadores se le entregó una provisión para ella y su familia.SA

