La historia de Rodrygo Goes en el Real Madrid es la de una promesa del fútbol brasileño convertida muy pronto en estrella que, con el tiempo, ha ido desvaneciéndose. Por más que Carlo Ancelotti, primero, y Xabi Alonso, después, han intentado recuperar al ex del Santos, las cifras y las sensaciones siguen sin acompañar al talento que antaño maravilló al Santiago Bernabéu.
En el empate ante el Elche (2-2), el ’11’ volvió a quedarse sin ver portería. Un nuevo ‘cero’ en sus registros que deja la cuenta total en 29 partidos consecutivos y 1.321 minutos sin marcar de blanco en partido oficial. Y no es solo su falta de acierto lo que preocupa en la Castellana, sino los síntomas de haber perdido toda la magia con la que aterrizó en la capital española.
Porque el estreno de Rodrygo con la camiseta del Madrid no fue uno cualquiera: su carta de presentación en el estadio madridista fue un control con el exterior de un balón largo de Casemiro para soltar un zapatazo mordido, desde el borde del área, y hacer el 2-0 en un duelo liguero ante Osasuna, tan solo 95 segundos después de saltar al campo para sustituir a Vinícius, lo que le sirvió para convertirse en el debutante que menos tiempo ha necesitado en abrir su cuenta goleadora en la historia del conjunto blanco. Más de lo mismo pasó en su primer partido en Champions League, estrenándose con un hat-trick en la goleada en casa al Galatasaray.
Su progresión confirmó que Florentino Pérez no se había equivocado al apostar por él, con el consiguiente desembolso de 45 millones de euros al Santos por su traspaso.
Acabó esa temporada con siete goles y, aunque solo marcó dos en su segundo año, explotó en su tercer curso de blanco para entrar en la historia del Real Madrid siendo una figura clave en la Champions de las remontadas la decimocuarta Copa de Europa para el club: marcó y asistió en cuartos ante el Chelsea para llevar a los blancos a semifinales, y suyos fueron los dos goles que empataron la eliminatoria ante el Manchester City cuando el tiempo estaba a punto de consumirse.
Esa versión de Rodrygo, que en las dos temporadas siguientes hizo 19 y 17 goles en 57 y 51 partidos, está muy lejos de la actual: acabó la 24/25 sin ser convocado las tres últimas jornadas y habiendo marcado por última vez en marzo, una tendencia que ha arrastrado a este curso, en el que todavía no se ha estrenado como goleador. Y lo peor es que nadie en el Bernabéu sabe cómo detener el declive de un jugador que un día fue una de las estrellas más brillantes de la galaxia merengue.
