Por: Reina Bojorque
A pocos días para los comicios generales del 30 de noviembre, el Consejo Nacional Electoral (CNE) enfrenta una carrera contrarreloj para asegurar el transporte que moverá el material electoral a cada centro de votación a nivel nacional. Aunque el retraso en la contratación, retiros de oferentes y falta de confianza en el proceso están poniendo en riesgo la logística que sostiene todo el engranaje democrático del país.
El error de marzo sigue pesando
Lastimosamente, durante las elecciones internas de marzo de 2025, se reportaron múltiples denuncias y problemas en la entrega del material electoral, razón por la cual muchos centros de votación aperturaron de manera tardía las mesas receptoras de votos. Acto que causó malestar en la población
Esa “Pequeña Falla” dejó lecciones, pero también una advertencia: sin logística confiable, no hay elección creíble.

Ahora bien, el 6 de octubre, el CNE lanzó la licitación para contratar el servicio de transporte esperando no repetir los mismos errores de inicio de año. No obstante, solo una empresa se presentó con una oferta el 13 de octubre.
Unión Latin Cargo S.A. Con más de tres décadas de experiencia en logística y transporte comercial, por los momentos la compañía era la única opción viable.
Sin embargo, el 3 de noviembre, Unión Latin Cargo se retiró del proceso alegando falta de impulso del CNE, incertidumbre administrativa y retrasos en el cronograma electoral.
Curiosamente, un día después, el 4 de noviembre, el CNE comunicó que había adjudicado el contrato a la misma empresa por un monto de L. 57,914,411.41, lo que generó confusión y dudas sobre la transparencia del proceso lo que volvió a dejar la situación en un punto muerto.
Nuevo intento: licitación expedita y un solo oferente
Ante la salida de Unión Latin Cargo, el 8 de noviembre, el CNE anunció un proceso de contratación expedito.
La ley exige que se inviten al menos tres empresas, pero solo una respondió la tarde de este lunes, Lazo Mejía, que ofertó cubrir los 19 lotes de transporte con 421 unidades, a un costo de L. 86,970,456.70. un tanto más elevado que la oferta anterior.

Sin embargo, la empresa afirma tener capacidad para cumplir con el traslado del material y anunció que subcontratará a la Asociación de Transportistas Unitarios para distribuir los insumos en los 18 departamentos del país. Además, aclararon que su rol se limitará al transporte y que no participarán en el manejo directo del material electoral.
Mientras tanto, el Consejo Nacional del Transporte (CNT) publicó un comunicado respaldando al CNE y pidiendo a los actores políticos “cesar los ataques y la politización de la vida nacional”.
Entre retrasos, juicios y tensión política
La crisis del transporte electoral revela una fractura entre la autoridad institucional del CNE y su capacidad operativa real. Aunque la ley le otorga independencia, la ejecución práctica de su mandato depende de decisiones logísticas, presupuestarias y administrativas que deben tomarse con rapidez y transparencia.
Que ambos procesos, el ordinario y el expedito solo hayan tenido un oferente es una señal clara de desconfianza empresarial y desgaste institucional.
¿Será que las empresas temen incumplimientos, por esa razón los transportistas exigen garantías? Y en medio, la ciudadanía observa con escepticismo un proceso que parece caminar al filo del tiempo.
Con un calendario electoral tan apretado, cualquier error logístico puede traducirse en consecuencias políticas: demoras en la apertura de urnas, pérdida de material o incluso cuestionamientos al resultado final.
Con todo esto, cabe recalcar, que el verdadero desafío del CNE no es solo mover urnas, sino mover confianza del pueblo. En un país con heridas políticas recientes, cada paso administrativo mal dado alimenta el miedo al fraude y la desconfianza institucional.
El 30 de noviembre, Honduras no solo elegirá nuevas autoridades: también pondrá a prueba la capacidad de su sistema electoral para funcionar bajo presión.
Si el CNE logra a resolver los contratiempos y entregar un proceso ordenado, habrá ganado más que una elección: habrá recuperado parte de la fe ciudadana que cada día es más efímera. Pero si el desorden persiste, la democracia podría quedarse una vez más varada en el camino de envilecimiento.










