La noche del 22 de julio, la comunidad de la aldea Candelarita en San Andrés, Lempira, se estremeció tras el asesinato de María Irene Ayala de 57 años, quien fue atacada a disparos cuando salía de una iglesia acompañada por su hijo y su nuera.
Según testigos, dos hombres armados la esperaban afuera del templo y sin mediar palabra, abrieron fuego contra la mujer, quien falleció en el lugar.
Aunque la investigación aún está en curso, una de las hipótesis apunta a un conflicto por tierras como posible móvil del crimen. No obstante, las autoridades no descartan otras líneas y siguen recopilando testimonios.
Era una mujer de bien
María Irene quien era ama de casa, se distinguía en la comunidad por su participación en actividades religiosas y por ser una mujer trabajadora. Por lo tanto, su muerte ha dejado en shock a su familia y vecinos, quienes ahora claman por justicia.
La violencia rural por disputas territoriales sigue cobrando vidas en zonas olvidadas, donde la presencia del Estado es escasa y la justicia, muchas veces, llega demasiado tarde.
Hasta el 20 de julio, el Sistema Estadístico Policial en Línea (SEPOL) ha reportado alrededor de 134 femicidios a nivel nacional. La cifra refleja la grave situación de violencia que enfrentan las mujeres en Honduras y pone en evidencia la urgencia de acciones concretas para frenar estos crímenes que siguen enlutando hogares hondureños.

