Carlos Alcaraz sigue rompiendo esquemas. Luego de brillar en la arcilla de Roland Garros, el español dio una nueva muestra de su madurez al conquistar el título en el ATP 500 de Queen’s, venciendo en la final al checo Jiri Lehecka por 7-5, 6-7(5) y 6-2.
En solo una semana, el murciano volvió a demostrar que el cambio de superficie no es problema cuando el talento y la confianza están de su lado.
El duelo fue más que parejo durante los dos primeros sets. Lehecka vendió cara la derrota, sobre todo en el segundo parcial, donde aprovechó cada oportunidad para estirar la definición hasta el tiebreak. Pero en el tercero, Alcaraz fue una máquina: más preciso, más fuerte mentalmente y con esa agresividad controlada que lo ha convertido en uno de los jugadores más temidos del circuito.
Con este título, Alcaraz llega a 21 trofeos en su carrera, una cifra que impresiona aún más si se recuerda que apenas tiene 22 años. Además, suma confianza y ritmo justo antes de Wimbledon, donde será uno de los principales candidatos a repetir lo que logró en 2023.
A diferencia de sus inicios sobre césped, donde le costaba encontrar sensaciones, hoy se le ve cómodo, adaptado, sabiendo cuándo atacar, cuándo esperar y cómo manejar los puntos largos. Su evolución en esta superficie ha sido tan rápida como natural.
El césped ya no es territorio exclusivo de unos pocos. Alcaraz pisa fuerte, sin temores, y deja claro que su ambición no tiene límites. Lo de Queen’s fue una prueba más de que el presente del tenis ya le pertenece… y el futuro también.