En un trato indignante contra aquellos que, según la Biblia deben honrar, decenas de abuelitos se ven orillados a vivir en asilos de ancianos que están “a reventar” esto ante la falta de sensibilidad por parte de familiares, quienes, en algunos casos, no pueden o no quieren hacerse cargo de ellos, dejandolos abandonados a su suerte dentro de una casa hogar.
Trabajadores de estos centros aseguran que el patrón se repite: hijos que prometen regresar “al rato” o “el fin de semana”, pero nunca vuelven. Los adultos mayores, en su mayoría lúcidos, pasan los días esperando una visita que no llega, mientras intentan adaptarse a una nueva vida lejos de sus hogares y afectos. Algunos incluso desconocen que han sido abandonados de forma definitiva.
Don Elías Álvarez, quien reside en uno de estos asilos, afirmó que “yo no se nada, solo me vino a botar mi hijo y después volvió para ver si seguía aquí, me dejo 100 lempiras y no regresó. Esta es una grosería, ese fue el hijo que “chinie” desde que salió del vientre de la mamá, yo le compraba carritos y toda cosa, me contó que algo grave le había pasado y que por eso no venía”.