La mañana de este jueves, un accidente vial ocurrido en las cercanías de la ATIC, en la Quinta Avenida de Comayagüela, dejó como saldo a un taxista diabético herido.
El hecho se produjo cuando un bus tipo “rapidito” se pasó un alto y colisionó con el vehículo del señor Carlos Amador, un taxista que venía de dejar a un amigo en una empresa de transporte ubicada en la caótica Comayagüela.
“Tenía el derecho de vía, pero él no respetó el alto. Venía como loco”, relató entre lágrimas el afectado. Carlos resultó con una profunda herida en su pierna y lo que más le preocupa no es solo el dolor físico, sino su condición de salud, es diabético, lo que complica gravemente su recuperación.
Para los diabéticos, una herida no es cualquier cosa
El conductor herido expresó con preocupación que teme que la herida pueda infectarse. “Uno como diabético ya sabe lo que eso significa. Una cortada puede terminar en algo peor si no se cuida bien”, dijo visiblemente afectado.
Los pacientes con diabetes enfrentan una mayor dificultad para sanar heridas debido a complicaciones como la mala circulación sanguínea, daños en los nervios (neuropatía) y un sistema inmune debilitado.
Estas condiciones pueden provocar que una herida pequeña se convierta en una úlcera crónica o incluso en una amputación si no se trata de forma adecuada y oportuna.
Una ciudad colapsada por accidentes viales
Este hecho lamentable ocurre en un contexto alarmante para la capital hondureña. Según datos del Observatorio de la Violencia de la UNAH, Tegucigalpa y Comayagüela concentraron más de 9,000 accidentes viales en 2024, representando el 55 % de los siniestros en todo el país.
En 2025 las cifras no parecen aminorar, solo en el primer trimestre ya se contabilizan más de 900 accidentes viales a nivel nacional, de los cuales la mitad involucran a taxis o buses tipo rapidito.
La falta de control y vigilancia en zonas clave, como el centro de Comayagüela, ha convertido estas calles en verdaderas trampas mortales para conductores y peatones.
Un llamado urgente a la conciencia
Lamentablemente, Carlos no solo enfrenta la pérdida temporal de su fuente de ingresos porque su taxi quedó completamente destruido, sino también la incertidumbre de si su pierna sanará.
«Es triste saber que esto pasó por una imprudencia, y que nadie parece controlar nada en estas calles», dijo entre sollozos.
Su historia no es un caso aislado, sino un reflejo del abandono de los principios básicos de seguridad vial y la invisibilización de las personas con condiciones crónicas de salud.