A escasos dos días para que finalice el mes de abril, la muerte violenta de mujeres y la impunidad siguen dejando luto entre las familias hondureñas, según el registro oficial de fallecidos de la Secretaría de Seguridad (Sepol), de los 135 homicidios registrados en el país, 9 fueron femicidios, cifra que representa un 6.6% del total de homicidios del mes.
Este panorama resulta alarmante en un país que mantiene vigente un estado de excepción precisamente para combatir la violencia.
Los números también reflejan otra realidad: el 95% de estos crímenes permanecen en la más absoluta impunidad, dejando a las familias de las víctimas en un doloroso camino de búsqueda de justicia.
«No podemos seguir viendo a las víctimas como simples cifras. Detrás de cada número hay familias que lloran, que exigen justicia y que enfrentan la indiferencia de las autoridades», declaró Ana Cruz, directora de la organización Calidad de Vida, en entrevista con un medio local.
Feminicidios que estremecieron abril
Cada una de las 9 mujeres asesinadas tiene una historia marcada por la violencia y la negligencia institucional. La forma brutal de su ejecución pone los pelos de punta a sus allegados y otros simplemente guardan silencio.
El 12 de abril, Luisa Díaz Vásquez (54 años), una ama de casa y madre fue brutalmente asesinada a machetazos en El Cerrón, Intibucá.
Luego, el 13 de abril, Belkis Amelia Martínez García (39 años) murió tras ser atacada a balazos en la colonia San Judas, La Ceiba.
Asimismo, 14 de abril Glendy Yudith Lanza Hernández (39 años), vendedora ambulante, fue hallada sin vida y con signos de abuso en El Progreso, Yoro.
Al día siguiente, Katherin Vanesa Jiménez Izaguirre (24 años) falleció en Tegucigalpa tras días de agonía luego de ser encontrada golpeada y abusada sexualmente en una cuneta de la desparecida colonia La Soto.
El 17 de abril Deysi Fabiola Mayorquín (18 años) y Génesis Gabriela Mayorquín Silva (13 años), hermanas, fueron asesinadas en una masacre en la colonia Sinaí de La Ceiba, presuntamente relacionada al narcomenudeo.
El mismo día, una mujer aún no identificada fue encontrada en avanzado estado de descomposición en una montaña de la colonia Sagastume, Tegucigalpa.
Un par de días después el 23 de abril, para ser exactos, Dulce María García (13 años) fue asesinada brutalmente por su novio de 15 años en Lamaní, Comayagua, tras confesarle que estaba embarazada.
Y solo dos días después el 25 de abril María Cristina Solórzano (48 años) fue abatida a tiros por una pareja a bordo de una motocicleta frente a su casa en Choluteca.
Honduras: Una violencia que no se detiene
El caso de Honduras resulta particularmente grave cuando se compara con otros países de América Latina. Mientras en la región predominan los femicidios íntimos (perpetrados por parejas o exparejas), en Honduras, muchos de los asesinatos son atribuidos a la delincuencia organizada o no se logra determinar el contexto, según expertos.
Pese a los esfuerzos declarados por las autoridades, las mujeres en el país siguen enfrentando un riesgo mortal, agravado por un sistema judicial que no investiga ni sanciona con efectividad a los responsables.
Frente a esta realidad, las organizaciones de mujeres y defensoras de derechos humanos exigen acciones inmediatas: mejorar los mecanismos de protección, fortalecer las investigaciones, garantizar justicia y, sobre todo, tratar el femicidio como lo que es, una emergencia nacional.
Cada nombre en esta lista representa una vida arrebatada, un hogar destruido y una promesa rota.
Mientras no se tomen acciones concretas, todas las victimas serán solo un reflejo de lo que, tristemente, puede seguir repitiéndose mes tras mes en Honduras.
