La Iglesia Católica llevó a cabo este miércoles la solemne Misa Crismal, una de las celebraciones más significativas del calendario litúrgico. Durante la misa, se bendicen tres tipos de aceites: el óleo de los catecúmenos, utilizado en los bautismos; el óleo de los enfermos, para la unción sacramental; y el Santo Crisma, un aceite perfumado que se emplea en confirmaciones, ordenaciones sacerdotales, consagración de altares e iglesias, y también en algunos ritos del bautismo.
Estos óleos son entregados posteriormente a todas las parroquias de la diócesis como símbolo de unidad en la misión pastoral.
La Misa Crismal también es un momento clave para que los sacerdotes renueven públicamente sus promesas de servicio, obediencia y entrega al pueblo de Dios. Es una oportunidad para reafirmar la comunión con su obispo y con toda la Iglesia. En sus homilías, muchos obispos suelen aprovechar la ocasión para motivar al clero a mantenerse cercano a las comunidades, especialmente en tiempos de crisis social y económica.

