El presidente de Bolivia, Luis Arce, declaró este miércoles la «emergencia nacional» por las lluvias que desde noviembre dejan 51 muertos y unas 378.885 familias damnificadas por las inundaciones y los derrumbes.
«Estos desastres naturales nos están exigiendo la declaración de situación de emergencia nacional», dijo el presidente sobre la magnitud de situación que no se registraba «desde hace más de 40 años».
La declaración de «emergencia nacional» servirá para hacer «compras por excepción», gestionar financiación externa y movilizar recursos técnicos, logísticos y económicos en las zonas afectadas, añadió.

El jefe de Estado precisó que 209 municipios, de los más de 300, han sido afectados por las lluvias, con 2.506 casas afectadas y 818 viviendas destruidas, a lo que se suman varios centros educativos que no están en condiciones para acoger a los alumnos en Beni.

Arce indicó que la afectación general «es a los nueve departamentos del país» aunque los más golpeados son Beni en la Amazonía, que se declaró en «desastre», además de Chuquisaca, La Paz y Santa Cruz que cuentan con declaración de «emergencia».
El impacto de las lluvias varía según la zona de Bolivia
En el país andino se han desplegado a más de 4.000 militares, especialmente a las zonas más golpeadas por las lluvias y se ha entregado 234 toneladas de ayuda humanitaria hasta la fecha, además de que se desplegaron brigadas médicas móviles y la activación de programas de salud.
Las lluvias, que comenzaron en noviembre del año pasado, han afectado de distinta forma a las regiones bolivianas. Por ejemplo, en la occidental ciudad de La Paz se registraron continuos desbordes de ríos y deslizamientos que han dejado decenas de casas con daños severos.

También, varias comunidades indígenas del altiplano han reportado inundaciones con perjuicios a los sembradíos de papa y quinua, además de pérdida del ganado camélido.
En la Amazonía más de 2.000 familias de diferentes comunidades sufren de inundaciones por el desborde del río Beni, por lo que los pobladores tienen que transportarse en lanchas y han improvisado campamentos a la orilla de la carretera a la espera de que el agua ceda en sus viviendas.