Nasralla, un actor político que irrumpió en el sistema político en 2013 con el Partido Anticorrupción, alcanzando alrededor de 418,000 votos, y que desde entonces, ha sido determinante para los espacios político-electorales en los que se ha integrado para las elecciones generales.
Las primarias del 9 de marzo de 2025 supusieron un nuevo camino para Nasralla, al transitar favorablemente sus primeras elecciones primarias, después de haber cometido directamente en elecciones generales en 2017 y 2021. La victoria de Nasralla no solo lo acerca nuevamente a ser un contendiente real por la Presidencia de la República, también al Partido Liberal, después de haberse convertido en tercera fuerza política en elecciones generales, desde el 2013.
Pero este escenario no está exento de desafíos. Para poder competir por la Presidencia este año, Nasralla tuvo que entrar a una estructura política, que como el Partido Nacional, y en cierta forma también el Partido Libre, tienen formas de hacer política tradicionales. Ese tradicionalismo se observa mucho en cómo manejan los espacios políticos los alcaldes y diputados, e incluso, caciques nacionales.
Al margen de los liderazgos legislativos y municipales, el tradicionalismo político tiene personajes políticos que con la victoria de Nasralla ven su oportunidad de regresar al poder después de 15 años. Muy similar al caso de Libre en 2021-2022, y del Partido Nacional, después de haber salido del poder. Se trata de personas que solo ven al Estado como botín.
Desde el 2013 el sistema político hondureño se fragmentó, y en el campo electoral queda en evidencia ahora que no puede hablarse de elecciones generales sin alianzas. Las alianzas suman votos, pero pueden restar poder, por los acuerdos de por medio. Eso requiere que Nasralla y su círculo político comprendan que gestionar un Estado en crisis requiere un discurso esperanzador, fiel a lo que el candidato ha tratado de representar en sus espacios políticos alternativos, pero moderado, sin generar expectativas que no se van a poder cumplir. En el fondo, la oportunidad que tiene en esta coyuntura es la de renovar estructuras que han permanecido por décadas en el ambiente y no le han traído nada bueno al país.