Los hermanos Menéndez, Lyle y Erik, comparecieron de forma virtual ante un tribunal, en el que se decidió que su próxima audiencia sería reprogramada para enero de 2025 y no para diciembre, como estaba estipulado anteriormente.
La decisión se tomó en medio de un renovado intento por obtener su libertad, luego de que se presentaran nuevas evidencias en el caso y que el fiscal de distrito del condado de Los Ángeles, George Gascón, recomendó que se les volviera a sentenciar.
En esa recomendación, se señaló que los hermanos han trabajado en la rehabilitación y han demostrado un buen comportamiento dentro de la prisión. Esto podría hacerlos inmediatamente elegibles para la libertad condicional porque tenían menos de 26 años cuando cometieron el crimen.
En 1996, los hermanos fueron declarados culpables de asesinar a sus padres José y Kitty Menéndez y condenados a cadena perpetua sin libertad condicional. Aunque sus abogados defensores argumentaron en el juicio que habían sufrido abusos sexuales por parte de su padre, los fiscales lo negaron y los acusaron de matar a sus padres por dinero. En los años siguientes, apelaron repetidamente sus condenas sin éxito.