Cuba registrará este martes el mayor índice de afectación por apagones en lo que va de año (descontando las dos desconexiones totales del sistema) con una tasa de déficit máxima de casi el 52%, según las previsiones diarias de la empresa estatal Unión Eléctrica (UNE).
Esto significa que más de la mitad de los bombillos en todo el país estarán apagados a la fuerza en el horario pico, el momento de mayor demanda energética, que tiene lugar durante la tarde-noche.
La UNE, dependiente del Ministerio de Energía y Minas (Mined), calcula para la tarde-noche de esta jornada una capacidad máxima de generación eléctrica de 1.556 megavatios (MW) para una demanda que alcanzará los 3.080 MW.
El déficit -la diferencia entre oferta y demanda- será de 1.524 MW y la afectación -los circuitos que se desconectarán realmente para evitar cortes desordenados- alcanzará los 1.594 MW en el horario pico.
La crisis energética, enquistada con altibajos desde hace años en Cuba, se ha agravado de forma notable desde finales de agosto. En La Habana, se están programando apagones diarios de al menos cinco horas y en Santiago de Cuba, la segunda mayor ciudad del país, tan sólo se garantizan cuatro horas de corriente al día.
Tras este 52% de déficit, la mayor tasa hasta el momento en 2024 en condiciones ordinarias fue la anunciada el pasado 17 de octubre, con cerca del 51 por ciento.
Al día siguiente una avería en la termoeléctrica Antonio Guiteras, una central clave, llevó a un apagón total en todo el país, el primero de los dos que ha sufrido el país este año y del que se empezó a salir tres días más tarde.
El paso del huracán Rafael apenas tres semanas después llevó a la segunda desconexión completa del Sistema Energético Nacional (SEN).
El SEN cubano se encuentra en una situación muy precaria por la carencia de combustible -fruto de la falta de divisas para importarlo- y las repetidas averías de las obsoletas centrales termoeléctricas del país, con más de 40 años de explotación y déficit crónico de inversión y mantenimiento.
Los frecuentes apagones lastran la economía -que ya se contrajo un 1,9% en 2023- y atizan el descontento social, visible en la migración masiva de los últimos años y en las inusuales protestas que se han registrado desde 2021 en el país.