Donald Trump ha propuesto al congresista Michael Waltz como su próximo asesor de seguridad nacional, un oficial retirado de la Guardia Nacional del Ejército y veterano de guerra con una clara postura contra China.
A sus cuarenta y pocos años, Michael Waltz sigue manteniendo esa rigidez disciplinada, propia de un hombre que ha recorrido, con pasos seguros y sigilosos, los terrenos más conflictivos del planeta. El anuncio de que Donald Trump lo ha pedido como Asesor de Seguridad Nacional ha sacudido las oficinas del Pentágono, las sillas del Congreso y hasta las redacciones de prensa de los opositores de Trump. La figura de Waltz, diputado republicano y antiguo miembro de las Boinas Verdes, levanta tanto respeto como polémica; su experiencia, dicen algunos, lo convierte en la elección adecuada para una Casa Blanca enfrentada a enemigos tan dispares como China, Rusia e Irán. Otros creen que su postura decididamente anti-China y anti-“woke” en el ejército podría convertir su gestión en una fogata para la política exterior de EEUU.
Waltz no es un político típico, y eso es justo lo que Trump valora de él. Su currículum no se construyó en aulas de universidades elitistas ni en reuniones burocráticas, sino en los campos de batalla de Afganistán, África y Medio Oriente. Es allí, dicen quienes le conocen de cerca, donde Waltz se forjó como un hombre de principios firmes y acciones decididas. Hijo de una familia humilde, escaló a las filas del prestigioso Virginia Military Institute y de ahí a los Boinas Verdes, donde ganó cuatro Estrellas de Bronce, dos de ellas con la distintiva mención de valor.