En un postrero movimiento diplomático condicionado por el inminente ataque de Israel a Irán y las elecciones de Estados Unidos que sucederán en 15 días, Antony Blinken iniciará una gira relámpago a Medio Oriente con el objetivo de acordar un cese del fuego en Gaza que permita liberar a los 101 rehenes capturados por Hamas.
Blinken tiene previsto aterrizar mañana en Tel Aviv para mantener reuniones con el premier israelí Benjamín Netanyahu. El secretario de Estado enfrenta una misión azarosa: debe convencer a Netanyahu de la necesidad establecer la libertad de los rehenes como objetivo esencial en esta etapa del conflicto regional, frente a un cercano ataque israelí a Irán, la constante marcha militar sobre Hamas en Gaza y la fuerte ofensiva contra Hezbollah en El Líbano.
Netanyahu coincide con Blinken respecto a la prioridad humana que significa liberar a los secuestrados en Gaza, pero a continuación el primer ministro explica que la replica armada Teherán y las maniobras bélicas en la Franja y Líbano son operaciones tácticas que no pueden cancelarse en la actual coyuntura geopolítica de Medio Oriente.
La posición de Netanyahu está blindada, y el secretario de Estado tiene escaso poder real para inducir un cambio de posición.
En 15 días hay comicios presidenciales en Estados Unidos, y el poder real de la administración Biden ha menguado con el correr de las semanas. Netanyahu ya apenas escucha las sugerencias que llegan desde Washington, y al final del día asume sus propias decisiones al margen de los consejos políticos y militares que trasmite la Casa Blanca.
En este contexto, el viaje de Blinken a Israel puede dar un resultado de suma cero. Estados Unidos ratificará el apoyo a Israel y planteará la necesidad de liberar a los rehenes, en tanto que Netanyahu valorará el respaldo del Salón Oval y después cumplirá su propia hoja de ruta que incluye un ataque a Irán, la ofensiva contra Hezbollah y la destrucción total de Hamas.
Tras el viaje a Israel, Blinken volará a Qatar y Egipto. Estos dos países árabes representan a Hamas en la mesa de negociaciones, y poco podrán aportar en un escenario regional que está en llamas.
Hamas todavía no tiene conducción formal -tras la muerte de Yahya Sinwar-, e Irán -que usa como proxy a la organización terrorista de Palestina- no hará un solo gesto diplomático, si Israel continúa con su intención de atacar su proyecto nuclear, las refinerías petroleras y la logística militar.
El secretario de Estado llegará a Doha y Egipto para encontrar un punto de inflexión que permita la libertad de los 101 rehenes judíos, pero ya se sabe que Hamas exigirá a cambio el retiro total de las tropas israelíes, el control absoluto de Gaza y la devolución del cadáver se Yahya Sinwar.
Cuando los negociadores de Qatar y Egipto trasladen a Jerusalem y DC estas propuestas sine qua non, todo el proceso de negociación quedará congelado hasta después de las elecciones presidenciales en Estados Unidos.
En el mundo árabe respetan el trabajo diplomático de Blinken -será su décima gira a Medio Oriente luego del ataque terrorista-, pero ya asumieron que la proximidad de los comicios pone entre paréntesis cualquier movimiento multilateral que intente cerrar un acuerdo a los dos lados del campo de batalla.
Antes de regresar a Washington, el secretario de Estado también visitará Ryad para tomar contacto con las principales figuras de Arabia Saudita. Se trata de un estado árabe que balancea el poder de Irán y es un socio clave de Estados Unidos en la región.
En la actual coyuntura de Medio Oriente, Arabia Saudita puede funcionar como una palanca diplomática con Israel, ya que estuvieron a días de cerrar un acuerdo histórico que el ataque de Hamas transformó en papel mojado. Ryad quiere influir en este complejo tablero, pero Israel está lanzado e Irán no dará un paso atrás.
Blinken estará cinco días en Medio Oriente, y el fin de semana ya habrá regresado a Estados Unidos.