La sucesión de Yahya Sinwar como líder del grupo terrorista Hamas abrió un inesperado debate entre los comandantes palestinos que operan en Gaza y el gobierno fundamentalista de Irán que ordena todas las operaciones que se ejecutan en Medio Oriente para terminar con Israel.
El regimen de los ayatollahs ha sufrido una sucesión de derrotas en Gaza, El Líbano, Irán, Siria, Irak y Cisjordania, y diseña una estrategia de distensión diplomática para agrupar fuerzas, purgar su inteligencia y definir una hoja de ruta que permita recuperar la moral de sus milicias y el espacio perdido en los combates.
En este escenario de contención de daños, Irán pretende designar al frente de Hamas a un integrante del Buró Político más que a un comandante que opera en Gaza y pasa su tiempo entre la sobrevivencia personal y la constante retirada ante la ofensiva de Israel en la Franja.
Teherán quiere imponer a Khalil al Hayya, que es conocido por los negociadores de Estados Unidos, Qatar y Egipto, y siempre fue apoyado por Sinwar. Al Hayya tiene lazos profundos con Irán y Hezbollah, y está afuera de Gaza. Una situación coyuntural que le permite viajar por Medio Oriente y tener un panorama más amplio del conflicto regional.
En cambio, los comandantes palestinos en Gaza desean que Mohammad Sinwar reemplace a su hermano Yahya, muerto tras un enfrentamiento con las Fuerzas de Defensa de Israel. Mohammad Sinwar se unió a Hamás en la década de 1980, y más tarde ascendió como líder de la poderosa Brigada Khan Younis.
Después del ataque terrorista contra Israel, Yahya designó a Mohammad como jefe de logística de Hamas y estratega de la defensa de Gaza ante los constantes embates de las divisiones israelíes. Esta confianza que Sinwar concedió al hermano es su principal argumento frente a la reticencia de Irán.
No es que Teherán desconfíe de la capacidad de liderazgo de Mohammad Sinwar, sino que busca una pieza que le permita coordinar las acciones en Gaza y estar en condiciones de negociar con Estados Unidos, Qatar y Egipto una sucesión de acuerdos para frenar las hostilidades en Irán, la Franja, Líbano y Yemen.
Desde esta perspectiva, Khalil al Hayya encaja con mayor precisión que Mohammad Sinwar en la agenda de Medio Oriente que Irán intenta desplegar en los próximos meses. Teherán empuja un cese del fuego en el Líbano y negocia -a través de Qatar- que Israel postergue o aplaque la profundidad del ataque que tiene previsto hacer contra Irán.
Se trata de una agenda que carga una alta dosis de voluntarismo político. El premier israelí Benjamín Netanyahu no tiene intenciones de frenar la ofensiva en El Líbano y menos aún dilatar la replica a Iran por los 180 misiles que disparó a principios de octubre.
Al margen de la factibilidad de los planes que diseña Iran, si Hamas insiste con designar a Mohammad Sinwar, el régimen de los ayatollahs tiene una solución intermedia: aceptaría que Sinwar se haga cargo de la conducción militar en Gaza e impondría a Khalil al Hayya como líder político responsable de las relaciones diplomáticas con Doha y El Cairo, que a su vez conectan con la Casa Blanca.
En caso de prosperar este gambito, no habrá una sola posibilidad de lograr una tregua en Gaza que permita rescatar a los rehenes y planificar un cese del fuego definitivo. Mohammad Sinwar sólo liberaría a los cautivos a cambio del repliegue absoluto de la Fuerzas de Defensa de Israel, una hipótesis de trabajo que es rechazada -sin atenuantes- por el premier Netanyahu.
El panorama global en Medio Oriente es un intríngulis que escapa a las intenciones de negociación que exhiben Estados Unidos, Israel e Irán. Cada uno de estos protagonistas tienen intereses coyunturales diferentes, pese a coincidir en la necesidad de evitar un conflicto total en la región.
Joe Biden quiere terminar su mandato en enero con los rehenes en libertad, Netanyahu desea exterminar a Hamas de Gaza, e Irán intenta ganar tiempo para frenar una sucesión de derrotas militares y de inteligencia.
En este marco, se trata de un rompecabezas geopolítico de solución imposible.