Más de 31 años después del asesinato del padre de Michael Jordan, el caso ha dado un giro drástico. El juez que llevó el proceso ha pedido la libertad de uno de los asesinos, en la cárcel desde entonces, al considerar que pudo haber un error con una de las pruebas.
El 23 de julio de 1993, el padre del mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos fue asesinado a los 56 años. Se encontraba durmiendo junto a una carretera en Lumberton (Carolina del Norte) en el interior de su coche, un Lexus de alta gama que Michael le había regalado. Dos jóvenes se acercaron y acabaron con su vida.
Larry Demery y Daniel Green, de 18 años en aquel momento, fueron arrestados y condenados a cadena perpetua después de acusarse mutuamente de haber disparado a James R. Jordan.
En el juicio, Demery explicó que ambos planeaban robar en un motel, pero al encontrarse un coche tan lujoso cambiaron de objetivo. En mitad de la acción, según contó el asesino, el padre de Michael despertó y preguntó qué estaba sucediendo. Fue entonces cuando le dispararon.
Demery reconoció también que se dieron cuenta de quién era cuando registraron su documentación. «Creo que hemos matado al padre de Michael Jordan», le dijo a su amigo. Después llevaron el cuerpo a un pantano cercano a Bennettsville (Carolina del Sur).
Los asesinos fueron condenados a cadena perpetua, pero 31 años después el caso ha dado un drástico giro. El juez Gregory Weeks, quien supervisó el juicio en 1996 y ya está retirado, inesperadamente ha pedido ahora la libertad de Daniel Green.
El juez asegura ahora que un experto forense en sangre no reveló durante el juicio algunos hallazgos que no eran concluyentes contra los acusados, motivo por el que ahora pide la libertad de Green al dudar de que «el tipo equivocado pueda estar tras las rejas».