El Atlético de Madrid ha vivido un verano ajetreado en el mercado de fichajes y en gran parte de ese ajetreo ha estado el nombre de Samu Omorodion, prometedor futbolista sin hueco en la plantilla utilizado como moneda de cambio. El atacante y el club sabían que sus caminos se iban a separar y eso derivó en una situación límite para Samu, según ha relatado en una entrevista ofrecida a la Agencia EFE.
«Gracias al oro [olímpico] no fue tan amargo, pero sí fue un verano muy complicado. Cuando estuve en Madrid lo pasé muy mal. Al final, gracias a Dios todo salió bien. Si no salió lo del Chelsea fue por algo y al final ha salido todo bien», dijo al respecto del traspaso al Chelsea como parte de la operación de Gallagher finalmente frustrado.
«Allí [en el Atlético de Madrid] entrenaba apartado. No me sentía partícipe, no como un futbolista. Entrenaba y mi cabeza me decía que no. Lo pasé mal. Muchas noches llorando… mi familia y mi madre lo pasaron muy mal… Al final, gracias a Dios, se cerró todo rápido y tomé la mejor decisión», señala ahora, feliz en Portugal.
El melillense, marcado por su historia de vida, se siente ahora reconfortado por lo aprendido en estos meses: «No. Nadie habló conmigo y yo no hablé con nadie. Yo seguía siendo jugador del Atlético de Madrid, tenía que ir a entrenar y a cumplir. Ya sabía la postura del club. Son cosas que pasan en el fútbol y que te hacen coger experiencia y aprender para el futuro», zanjó al respecto.
Centrado en mejorar y en llegar a la selección absoluta, el atacante que sorprendió con la camiseta del Alavés ya sonríe en el país vecino trabajando por sus sueños.