La familia del expresidente peruano Alberto Fujimori (1990-2000) convirtió este sábado la misa de cuerpo presente en un mitin político con su más famosa canción de campaña “el ritmo del chino”, interpretada con ritmos fúnebres, y gritos de “presidenta” para su hija y heredera política, Keiko Fujimori.
Celebrado en el Gran Teatro Nacional, que colinda con la sede del Ministerio de Cultura, donde Fujimori fue velado con honores de Estado y ante miles de militantes, el ritual religioso se prolongó durante unos minutos antes de que tomaran el estrado los dos hijos del exmandatario, entre 1990 y 2000, que intervinieron en política.
Primero lo hizo el excongresista Kenji Fujimori, condenado por tráfico de influencias, quien, entre lágrimas, dijo que el Chino, como era conocido el exgobernante de origen japonés, afirmó que viviría por siempre, a pesar de sus rivales.
“Nunca va a morir el Chino”
“Nunca va a morir el Chino. A los adversarios de mi padre, el Chino jamás va a morir”, aseguró mientras los asistentes gritaban que fue “el mejor presidente” de Perú.
También agradeció al expresidente Pedro Pablo Kuczynski por el indulto que le concedió en 2017 y le permitió salir de prisión, donde cumplía penas por corrupción y delitos de lesa humanidad.
A esos juicios, se suman otros por varias masacres, el caso de las esterilizaciones forzosas de miles de mujeres y corrupción, que quedaron sin concluir con su muerte.