La historia ha horrorizado a Francia y le ha dado la vuelta al mundo: aproximadamente 200 violaciones adjudicadas a 72 hombres. Se trata del caso de Gisèle Pélicot, la mujer de 72 años a quien su marido, Dominique Pélicot, drogó durante casi una década para que decenas de hombres la violaran en su residencia.
El juicio por el atroz crimen comenzó este lunes ante el tribunal penal de Aviñón, en el sur de Francia. De los 72 individuos, la policía identificó a 54, dos de los cuales fueron exonerados por falta de pruebas y otro murió. Así, 51 de los victimarios, entre ellos el marido de Pélicot, se enfrentan ahora a la justicia por el delito de violación con agravantes entre 2011 y 2020.
La víctima renunció a que el juicio se hiciera a puerta cerrada «en nombre de todas esas mujeres que tal vez nunca serán reconocidas como víctimas» y este jueves subió al estrado para testificar contra los detenidos. «Me consideraban como una muñeca de trapo, como una bolsa de basura», contó.
Esta es la historia del caso que hoy conmociona a Francia y al mundo.
Una década de abusos descubiertos en 2020
Gisèle Pélicot y Dominique Pélicot, de 71 años y exempleado de la compañía de electricidad EDF, llevaban 40 años de casados. Tenían tres hijos y varios nietos y se habían mudado desde la región de París a la localidad de Mazan, en el sur de Francia, en 2013 tras su jubilación.
Pero, la aparente normalidad del matrimonio saltó por los aires en noviembre de 2020 cuando el marido fue detenido por los vigilantes de un supermercado de la ciudad de Carpentras por haber filmado bajo la falda de varias mujeres.
El equipo policial que analizó el material informático para investigar los hechos se encontró con miles de fotos y videos de Dominique P. en los que aparecía su esposa inconsciente, algunas veces con la cara cubierta, y en los que se veían los abusos a los que había sido sometida.
Tras el hallazgo, la policía citó a la pareja a la comisaría para enseñarles los videos descubiertos.
El material de las violaciones figuraba en una carpeta titulada ‘abusos’ en la que cada video poseía el nombre, edad y, en algunas ocasiones, el número de teléfono de cada uno de los abusadores.
«Noche del 26 de mayo de 2020 Marc Sodo 5ª vez’, ‘noche del 09 de junio de 2020 Charly 6ª vez’, eran solo algunos de los nombres de los archivos, tal como relata el diario francés Le Parisien.
El modus operandi de Dominique Pélicot
Fue entonces cuando iniciaron las investigaciones del caso. Según los elementos recopilados durante el proceso, entre 2011 y 2020 Dominique Pélicot drogó de forma repetida a su mujer con ansiolíticos.
Su objetivo era ponerla en un estado de inconsciencia del que ni ella misma se acordara más tarde, para proponer a decenas de hombres que mantuvieran relaciones sexuales con ella. Dominique P. llegó a encargar 450 píldoras para drogar a su esposa en un año, según el seguro nacional de enfermedad francés Assurance Maladie.
El esposo de la víctima contactaba a los hombres en línea, puntualmente en el sitio de encuentros Coco.fr, que fue cerrado por las autoridades francesas tras descubrir decenas de abusos que ocurrían a través del sitio web.
La investigación, citada por Le Parisien, descubrió que el hombre contactaba a los abusadores en una sala de chat llamada À son insu (en español: sin su conocimiento). «Eres como yo, te gusta el modo violación”, decía una de las conversaciones con los presuntos abusadores.
Luego, las conversaciones seguían por mensaje de texto u otras aplicaciones de mensajería en las que Dominique les daba indicaciones: «parquear a cierta distancia, no fumar ni usar perfume, desnudarse en la cocina, calentarse las manos antes, entre otras». La orden más clara era no despertarla o frenar ante cualquier movimiento.
En el computador del victimario, según se reveló esta semana en el juicio, también había fotos de su hija Caroline desnuda.
Lo que se sabe sobre los abusadores de Gisèle Pélicot
El comisario Jérémie Bosse Platière afirmó que hubo aproximadamente 200 violaciones adjudicadas a 72 individuos, aunque los dos años de investigación solo han permitido identificar a 54 de ellos.
La mayoría de los acusados solo acudieron una vez a la casa de la víctima. Al menos diez fueron en varias ocasiones y en algunos casos hasta seis noches.
Dominique Pélicot afirmó que no les pedía dinero a cambio a los abusadores y contó a los investigadores que lo hizo porque le gustaba ver cómo otros hombres tocaban a su mujer.
En el examen psicológico que se le hizo no se descubrió ninguna patología o anomalía mental, pero sí una desviación sexual voyeurista (excitación al ver un acto sexual) y «una personalidad perversa».
Según el hombre, todos los abusadores sabían que su esposa estaba drogada y que no había consentido el acto sexual. Pero varios de los sospechosos afirmaron que creían que la mujer se hacía la dormida.
Otros acusados defienden que desconocían que su marido le administraba somníferos y que pensaban que se trataba de una pareja libertina que quería experimentar en sus relaciones íntimas.
El comisario Platière afirmó que las autoridades trabajaron durante dos años para determinar quiénes eran «Chris el bombero», «Quentin», «Gaston» o «David», los nombres con los que aparecían guardados los videos de los abusos sexuales.
Para identificarlos utilizaron los números telefónicos con los que se comunicaron con el esposo de la víctima, mientras que en otros casos se utilizó el contacto de Skype para identificar la dirección IP. También se recurrió a un programa de reconocimiento facial.
Sobre sus identidades, ha trascendido que se trata de hombres de todas las profesiones y perfiles. Desde bomberos y jardineros hasta soldados o periodistas entre los 26 y los 73 años.
Algunos cuentan con un largo historial de condenas por violencia doméstica o violación, a veces de niños, de adicción a las drogas o al alcohol, y de atracción por las prácticas pedófilas o por la zoofilia. Otros eran desconocidos por la justicia hasta ahora.
Ante la cantidad de personas involucradas, los policías tuvieron que hacer las detenciones en cinco oleadas, entre finales de 2020 y septiembre de 2021. De los acusados, 18 tienen prisión preventiva, incluido el esposo de la víctima, 32 comparecen en libertad ante el tribunal y uno es juzgado en rebeldía.
El relato de Gisèle Pélicot ante la justicia
A Gisèle Pélicot se le han diagnosticado cuatro enfermedades de transmisión sexual directamente imputables a las violaciones. Padece además un fuerte estrés postraumático con pensamientos suicidas y se encuentra en pleno proceso de divorcio de su victimario.
Pese a que sus abogados reconocieron que sería un proceso judicial difícil, Pélicot decidió hacer público el proceso para que ninguna mujer vuelva a ser víctima de abusos como los que ella sufrió.
«Hablo por todas estas mujeres que son drogadas y no lo saben, en nombre de todas estas mujeres que quizás no lo sabrán nunca (…), para que ninguna mujer más tenga que sufrir la sumisión química», afirmó este jueves al subir al estrado en el cuarto día del proceso.
Ante el tribunal, Pélicot narró que apoyó durante casi 50 años a su marido y que siempre fueron muy unidos, hasta que en 2020 fue citada a la comisaría para ver los videos descubiertos en los archivos de su esposo. «Mi mundo se derrumba, todo se derrumba, todo lo que construí durante 50 años», narró.
La víctima contó que en un primer momento le costó reconocerse, que se vio «inerte», «dormida» y que se dio cuenta de cómo abusaban de ella: «Violación no es la palabra correcta, es barbarie».
«No son escenas de sexo, son escenas de violaciones. Hay dos o tres encima de mí y yo estoy inerte», relató, estimando que fue «sacrificada en el altar del vicio».
«Me tratan como a una muñeca de trapo», «me pregunto cómo aguanté», «el cuerpo está caliente, no frío, pero yo estoy muerta en mi cama», fueron algunas de sus declaraciones en el estrado.
También criticó la postura de la mayor parte de los que comparecen como acusados, que alegan no haber sido conscientes de que estaba drogada y de que no había consentimiento de su parte.
«Nunca he practicado el intercambio de parejas. Me gustaría dejarlo claro. Nunca he sido cómplice ni he fingido que dormía (…). Esos hombres me mancillan, se aprovechan de mí. Y ni uno solo se dice que hay algo raro», agregó.
Dirigiéndose a los acusados, reconoció tener «un sentimiento de asco». «Asuman la responsabilidad de sus actos al menos una vez en la vida», les urgió.
Los acusados se enfrentan a hasta 20 años de prisión en este juicio que debe durar hasta el 20 de diciembre. La próxima semana está previsto el primer interrogatorio a su marido.