Arianne Risso trabajó todos los días para ayudar a sus pacientes a combatir el cáncer. Eso lo hizo aún más desgarrador cuando su vida, junto con la de otros siete médicos, terminó abruptamente luego que el avión en que viajaban cayera del cielo en Brasil.
Abordó el desafortunado vuelo el viernes en la ciudad de Cascavel, en el estado de Paraná, con destino al aeropuerto internacional Guarulhos de Sao Paulo. Se estrelló en la ciudad de Vinhedo, y las imágenes del turbohélice bimotor ATR 72 cayendo en espiral han horrorizado a la población de todo Brasil.
Se estrelló en el patio trasero de una vivienda de una comunidad cerrada y se transformó en un restos en llamas. Las 62 personas que iban a bordo murieron, entre ellos los ocho médicos, de acuerdo con un comunicado del Consejo Médico de Paraná. Risso y al menos una colega se dirigían a una conferencia de oncología para mejorar sus conocimientos sobre una enfermedad que anualmente cobra la vida de decenas de miles de brasileños.
“Eran personas acostumbradas a salvar vidas y ahora perdieron las suyas en circunstancias muy trágicas”, lamentó el viernes el gobernador de Paraná, Ratinho Júnior, ante los periodistas en Vinhedo, añadiendo que amigos suyos viajaban en el avión al momento del desplome. “Es un día triste”.
La prima de Risso, Stephany Albuquerque, recordó en una entrevista telefónica que los dos solían jugar juntas cuando eran niñas. Ya entonces Risso quería ser médico y, conforme crecía, se dedicó tan intensamente a sus estudios que rara vez salía. La medicina era su vocación.
“Arianne atendió a personas con enfermedades terminales en un momento de sus vidas muy duro. Pero Arianne siempre estuvo disponible e hizo todo con mucho amor”, dijo Albuquerque a The Associated Press vía telefónica desde Florida, donde ahora vive. “Ella no era el tipo de médico que le diría al paciente: ‘Esta es tu enfermedad, toma esto’. No, Arianne se ocupaba de la gente. … Ella daba su número de teléfono personal a los pacientes”.