Italia abandona la Eurocopa con mucha pena y sin nada de gloria. La actual campeona de Europa, en una corona conquistada hace tres años en Wembley en los penaltis frente a Inglaterra, se marcha del torneo después de ser superada de principio a fin por Suiza, selección que ya no puede ser considerada una sorpresa. Llegó a cuartos en la anterior Euro (eliminando a Francia) y ahora promete emociones fuertes en la actual. No tuvo adversario en los italianos, que agudizan una crisis que no es nueva. El título con Roberto Mancini escondía el nivel actual de una selección que no estuvo en el último Mundial y que en la actual competición no ha mostrado nada. Sólo un poco de lo que siempre ha sido Italia para terminar segunda en su grupo. Si el lado del cuadro por donde va Inglaterra se veía con menos nivel, sacar a un país como Italia siempre es relevante. Ojo con Suiza. Ella y Austria, llamadas a pegar el sorpresón en la Eurocopa de Alemania.
Desde el inicio se vio a una selección cómoda sobre la hierba, mientras la otra no lo estaba, aunque tampoco es que fuese a proponer algo diferente a esperar. Sin embargo, no se imaginaba que apenas iba a poder salir de su centro del campo. Dominaba Suiza y sufría Italia. Porque Murat Yakin ha mejorado un sistema bien asentado en los suizos. Un combinado que siempre defiende hacia adelante, con tres centrales que pisan zonas poco habituales para los defensores, sin dejar pensar al rival. Ahogándolo en un palmo de terreno. No podían combinar los italianos, que se frustraban en cada pérdida. No tenían soluciones. Chiesa y El Shaarawy en las bandas salieron de inicio con la clara intención de poder correr a los espacios. Sin balón y defendiendo a la altura de sus laterales era imposible.
Si Embolo hubiese estado un poco más acertado en sus movimientos, las ocasiones suizas habrían sido clarísimas. Fallaba o el último pase o más concretamente ese movimiento de ruptura acertado. Porque al buen juego suizo se le añade que todos funcionan como un reloj, con o sin balón, pasando siempre la pelota por los pies de Xhaka, su hombre clave. Ni siquiera colocar a alguien estorbándole le robaba protagonismo. Italia debía cambiar el plan, aunque con el empate siempre podía agarrarse a un gol inesperado. De hecho, Di Lorenzo tuvo un intento de remate con la izquierda en un balón parado. No le dio a la pelota y al final estaba algo adelantado. Eso buscaban los de Spalletti.
Una Suiza superior
Embolo sí aprovechó un error de salida de Darmian al tirar el fuera de juego, aunque su remate lo adivinó Donnarumma en el mano a mano. Debía llegar el gol helvético y así iba a ser. Antes, Chiesa se inventó una jugada dentro del áreas que sacó Akanji sin intervenir Sommer. Freuler ya no desperdició un rápido ataque a pocos toques, con llegada del centrocampista al área, que fusiló con la izquierda tras un control alto con la otra pierna. Justo premio. Antes del descanso no subió el segundo al marcador porque Donnarumma se alió con el poste en una falta de Rieder. Italia estaba en la cuerda floja, donde mejor suele sentirse históricamente.
Y se le quedó agarrada de una sola mano al medio minuto del segundo tiempo. Primer ataque de Suiza por la banda izquierda, le hacen el aclarado a Vargas en el pico del área, para que el atacante la colocase con el interior a la escuadra contraria. Los helvéticos asestaban un golpe que podía parecer definitivo. Le tocaba despertar a Italia o, por lo menos, intentarlo. Ni siquiera esa dosis de fortuna que suele acompañar a la Azzurra hizo presencia en un error de Schär que tocó la madera en lo que pudo ser otro autogol en el torneo. El normal paso atrás de Suiza o adelante de Italia comenzó a producirse. Cuando los de Yakin salían de la presión transalpina, peligro. Pese al 2-0, los duelos seguían sonriendo al lado helvético. Se sentían superiores.
Sólo podía Italia acercarse en el marcador en una jugada aislada. Scamacca tuvo la más importante a un cuarto de hora del final. Estrelló la pelota en el poste en un remate en el área pequeña. No estaba en fuera de juego. Spalletti ya jugaba con dos delanteros y metía toda la artillería disponible. Calidad con un Pellegrini que no puede perderse este tipo de encuentros. Ahí estaba uno de los pecados italianos. Balones frontales como único recurso, sin buscar las bandas. Y en el juego directo tampoco esta Italia es temible. Se marcha de la Eurocopa sin dejar sensación de nada. Tampoco estuvo en el último Mundial, siendo segunda en un grupo con la propia Suiza. Y eso que fue campeón en 2021. Suiza hizo de selección importante. Ya lo es. La diferencia entre ambas es patente.