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Tegucigalpa es sede del ‘Foro de Sao Paulo’, conmemorando 15 años del «Golpe de Estado»

Tegucigalpa es sede del ‘Foro de Sao Paulo’, en conmemoración de los 15 años del «Golpe de Estado» de 2009.

Este jueves se instala el Foro de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), el cual será inaugurado por el expresidente Manuel Zelaya Rosales.

Los accesos al Distrito Hotelero de la capital permanecen cerrados y con fuerte presencia policial para resguardar el lugar hasta donde llegarán delegaciones de Venezuela, Colombia, Ecuador Y Bolivia, entre otros.

Documento Base | XXVII Encuentro del Foro de São Paulo


Luego del inicio del XXVII Encuentro del Foro que va a realizarse en Tegucigalpa, Honduras, el 27 y 28 de junio de 2024 les compartimos el Documento Base que va a subsidiar los debates.

25 de junio de 2024

Contexto mundial

  1. La Declaración final del XXVI Encuentro del Foro de São Paulo, en junio de 2023, señalaba “un momento en que el mundo enfrenta diversos desafíos. El avance de las fuerzas políticas de derecha y extrema derecha, el cambio climático, el conflicto en Ucrania, entre otros, son hechos que demandan nuestro enfrentamiento directo y urgente”. Y que “Debemos unirnos contra los intentos de dividir el mundo entre Occidente y Oriente, entre ‘nosotros y los otros’ lo que aumenta las animosidades y nos lleva a un mundo de conflictos que colocan a toda la humanidad en peligro. La multipolaridad es esencial para el balance de fuerzas e intereses diversos que permite el desarrollo a los países del Sur.” Esa constatación se mostró correcta. El escenario mundial sigue profundizando su complejidad, y la continua pérdida de hegemonía relativa del imperialismo impacta ese escenario. EE.UU. y sus aliados europeos disminuyen su superioridad en el campo productivo y tecnológico, aunque mantengan incrementando la producción del complejo militar industrial, y ya vemos un fuerte cuestionamiento de su hegemonía financiera con las iniciativas en relación a la sustitución del dólar estadunidense como moneda de cambio internacional. La disputa con China, el BRICS+, la presencia creciente de fuerzas políticas progresistas y de izquierda en los gobiernos de la región, la revitalización y consolidación de la CELAC, el ALBA-TCP, la UNASUR, el SICA y el CARICOM, entre otros, constituyen importantes desafíos para un país afectado por múltiples crisis que se manifiestan en los ámbitos económico, político, social y cultural. El orden neoliberal, de desregulación total de las economías, reducción del papel del Estado al mínimo posible, hegemonía del capital financiero transnacional y sus inmensos fondos de “inversión”, y con la presión de los países del Norte hacia los países del Sur para imponer acuerdos y tratados comerciales neocoloniales, asegurando el acceso a suministros y recursos para su propia transición energética, al mismo tiempo blindando las inversiones de las transnacionales en tribunales de arbitraje privados], son procesos que se intentan restaurar en nuestros países. Estos capitales quieren imponer donde va el desarrollo económico e intenta sobrevivir con foco en los países del Sur global, el control de sus estratégicas riquezas naturales, energéticas, bienes comunes y poblacionales. De esta manera, atravesamos un período de grande inestabilidad y de importantes transformaciones en el escenario económico y geopolítico internacional, en el que, recordando a Gramsci, lo viejo se desmorona y lo nuevo aún no se conforma. En este contexto, proliferan los conflictos bélicos y la guerra no convencional. El genocidio israelí sobre el pueblo palestino, perpetrado por el gobierno de derecha de Benjamín Netanyahu, es uno de los ejemplos más evidentes y dramáticos del punto extremo y la barbarie que pueden llegar los intereses imperialistas. A propósito de este tema, en un fallo histórico por iniciativa del gobierno de Sudáfrica, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) ha dictado que las acciones de Israel en Gaza son plausiblemente genocidas y ha indicado medidas provisionales sobre esa base, en una importante decisión para el restablecimiento del derecho internacional. En segundo lugar, uno de los efectos de este momento de transición e incertidumbre es el ascenso de una extrema derecha en nuestra región que cuenta con el apoyo del imperialismo y sus aliados occidentales. El orden neoliberal imperialista, antes hegemonizado por el llamado centro liberal y sus diversos matices, buscó (y encontró) otros protagonistas. En este proceso, ha forjado la extrema derecha con sus diversos y complejos matices y ramificaciones, que, a partir de una disputa por “valores”, ha buscado convertirse en una alternativa viable de poder en varios países. Estos grupos utilizan métodos de guerra no convencional y de fake news que llevan a la intolerancia, al odio en las relaciones sociales y a la negación de la política y la realidad. De manera aún genérica, analizando las propuestas de la extrema derecha y algunos de sus aspectos conceptuales, encontramos modelos de un “no Estado”, como la propuesta de Javier Milei para la extinción del Banco Central Argentino, bajo el amparo de un concepto vago de “libertad” para el capital, para las familias, como la libertad de no vacunarse, de educar a los hijos en casa etc. Una insurgencia contra lo que llaman “marxismo cultural”, recordando el “peligro comunista” de la era de la Guerra Fría. Su crítica basada en la ideología neoliberal, que se presenta bajo un disfraz “antisistema”, busca vender a las sociedades y a los pueblos la narrativa de que es necesario destruir todo, terminar con todas las conquistas obtenidas por los trabajadores y los pueblos frente al capital y dar libertad a cada persona, a cada familia y sobre todo para proteger y asegurar la voracidad y expansión del capital y de la propiedad privada. Aparentemente paradójico, pero funcional al modelo neoliberal de protección de la propiedad privada y del capital, el recrudecimiento de la violencia y la represión policial, la política carcelaria y el estado de excepción en varios países también forma parte del menú de la extrema derecha, que evidentemente afecta a las poblaciones pobres y periféricas; así como, las políticas antiinmigración. Es un Estado mínimo, pero no significa un Estado débil; un Estado “fuerte” para proteger la “libertad” del modelo capitalista neoliberal y asegurar su reproducción.

América Latina lucha, avanza, resiste

Como señalado en el XXVI Encuentro de 2023, a la firmeza y avances de Cuba, Venezuela y Nicaragua, se sumaron victorias electorales que, teniendo como premisas la unidad programática, frenaron el desarrollo del neofascismo en la región. Los triunfos presidenciales en México, Santa Lucía, Bolivia, Brasil, Colombia, Honduras, Perú y Chile, son ejemplos elocuentes. En ese sentido, los retrocesos parciales que transitoriamente se impusieron a las fuerzas neoliberales se han convertido en victorias, o en una disputa abierta entre la ultraderecha neofascista y amplios frentes democráticos, progresistas y populares que avanzan en la construcción y fortalecimiento de coaliciones unitarias que continúan trabajando por la soberanía, la democracia y el poder popular.

Los pueblos latinoamericanos y caribeños siguen luchando, resistiendo y avanzando. Cuba continúa enfrentando heroicamente por más de 60 años el injusto, criminal, genocida y recrudecido bloqueo del poder imperial de Estados Unidos, así como la inclusión en la ilegal lista de estados patrocinadores del terrorismo. La dignidad del pueblo cubano es ejemplo para todas las naciones y partidos populares del mundo.

Igualmente, Venezuela y su pueblo, que sufren las más crueles medidas coercitivas económicas y las sanciones unilaterales por parte de EE.UU., siguen resistiendo y fortaleciendo su democracia. Las elecciones convocadas para el 28 de julio de este año son un proceso de amplia participación popular, que refleja la diversidad y riqueza del espectro político venezolano y el compromiso de la revolución bolivariana con la democracia, la ciudadanía y los derechos políticos del pueblo.

En Colombia, el presidente Gustavo Petro resiste a los constantes intentos de la derecha de deflagrar un golpe blando, sobre la base de noticias amañadas y falsos cargos en su contra, al tiempo que continua la lucha del Pacto Histórico en el Legislativo y el gobierno para aprobar e implementar las reformas estructurales y avanzar en los diálogos para lograr acuerdos que conquisten y consoliden la paz integral.

El pasado 5 de abril hemos asistido a un grave hecho en Ecuador, cuando fuerzas policiales y militares ecuatorianas invadieron la embajada de México en Quito y secuestraron al exvicepresidente Jorge Glas, víctima del law fare. Esa invasión y la utilización de violencia contra el personal diplomático son prácticas contrarias al derecho internacional, y llevaron al rompimiento diplomático por parte del gobierno mexicano y comunicados de repudio de diversos países. Sin embargo, el presidente ecuatoriano ha ignorado las protestas y siguió con su persecución política contra Glas. Este episodio demuestra que la derecha no tiene más límites, legales o ilegales, en su lucha por poder y la eliminación de las fuerzas democráticas.

El colonialismo sigue siendo una realidad ignominiosa y opresiva en nuestra región, y debemos profundizar el apoyo a las luchas por la autodeterminación e independencia de Puerto Rico, Martinica, Guadalupe, Aruba, Bonaire, Curazao, Islas Vírgenes, Guayana Francesa, entre otros, y la soberanía argentina sobre las Malvinas. El continente americano no puede más convivir con estas manifestaciones imperiales que someten la libertad y la libre determinación de nuestros pueblos.

Saludamos la valiente actitud en defensa de la soberanía de Honduras por parte de su Presidenta Xiomara Castro, al denunciar la pertenencia de Honduras al Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones -CIADI-, del Banco Mundial, que está determinado en los Tratados Bilaterales de Protección de Inversiones -TBIs-. Dicha denuncia implica un paso en la dirección correcta, al garantizar la defensa de la soberanía jurídica nacional ante la Inversión Extranjera Directa -IED-.

En rigor, los cambios geopolíticos, caracterizados por el deterioro de la hegemonía estadounidense y de sus aliados de la Unión Europea y la OTAN, la tendencia hacia la formación de un orden multipolar y la actual crisis del capitalismo presentan para la región la necesidad histórica de fortalecer la movilización popular, la unidad y la integración regional. Este escenario ofrece la oportunidad de pensar y gestar nuevos modelos de desarrollo productivo, industrial y comercial que rompan con la dependencia y reubiquen a América Latina y el Caribe en un lugar de elevada relevancia económica y política dentro del marco de una nueva configuración internacional. Tales objetivos, sin duda, solamente puede lograrse mediante la integración regional, para desde allí profundizar el comercio justo y la cooperación con los pueblos y países del Sur global.

Por otro lado, esta situación refuerza el interés de EE.UU. de reimponer la Doctrina Monroe para controlar la región, ejerciendo sobre ella su política imperialista, como históricamente siempre lo ha hecho. A la derecha latinoamericana, ya sea de inspiración neofascista o la vieja derecha neoliberal, siempre asociada a los intereses de los países centrales, no le interesa otorgar soberanía económica y política a la región capaz de romper con modelos de desarrollo dependientes y subalternos.

No es casualidad que, en el anterior período de recuperación de varios gobiernos de la región, las primeras medidas tomadas por las fuerzas de derecha en el campo de la política exterior fueron dinamitar y obstaculizar los organismos creados para la integración -UNASUR, CELAC etc.- y crear otras agrupaciones alternativas y pro imperialistas, como PROSUL o el Grupo de Lima, que apuntaban no sólo a dividir a los países, sino también a permitir que se hicieran valer en ellos intereses extra regionales.

Los desafíos de la integración regional

No será fácil luchar contra las fuerzas pro imperialistas, neoliberales y anti integración en la región latinoamericana y caribeña. Los esfuerzos integracionistas son saboteados internamente en nuestros países y externamente en el contexto del imperialismo. Como se ha dicho antes, las fuerzas neoliberales y los intereses corporativos neocolonialistas del Norte global solo se interesan por nuestras riquezas naturales, energéticas y poblacionales. Así que es absolutamente urgente y estratégico dar pasos osados en dirección a la integración regional.

Por medio de la integración económica, a través de la construcción y ampliación de las redes de infraestructura, logística y energética, creemos que la región podrá avanzar en la superación de las asimetrías y la eliminación de los efectos de las medidas coercitivas unilaterales que impone el gobierno de Estados Unidos, que tanto hacen sufrir a nuestros pueblos e impiden la construcción del desarrollo sostenible al que aspiramos.

Es imprescindible, para revertir la pobreza y la desigualdad en nuestra región, transformar nuestros regímenes tributarios, basados en una profunda regresividad, gravando el consumo. Hay que luchar por una reforma para gravar el patrimonio, la riqueza, las herencias y combatir la evasión tributaria, a fin de fortalecer políticas sociales universales y sustentables, y revertir la imposición económica neoliberal del Fondo Monetario Internacional -FMI-, que profundiza el endeudamiento, la austeridad y la pobreza de nuestros pueblos.

Nuestra región clama por un nuevo proceso de industrialización ecológica y productiva, a partir del papel inductor del Estado en inversiones y de la cooperación científica y tecnológica, dejando de ser una mera exportadora de recursos naturales y de commodities, creando y fortaleciendo cadenas productivas regionales, la propiedad social con la asociatividad productiva pública y privada, el cooperativismo y las PYMES, incrementando las relaciones comerciales intrarregionales y el comercio justo, avanzando en mecanismos de estabilización, financiamiento y comercio soberanos. Es esencial que esa industrialización ocurra sobre nuevas bases de protección al medio ambiente y una verdadera transición ecológica, a partir del avance de la ciencia y de la tecnología.

La Conferencia de la ONU sobre Biodiversidad (COP 16), a ser realizada en Cali, Colombia, en este 2024, y la Conferencia de la ONU sobre Cambios Climáticos (COP 30), a ser realizada el 2025 en la Amazonia brasileña, son excelentes oportunidades para hacer valer una visión soberana latinoamericana y caribeña sobre el desarrollo sostenible con justicia social climática, la protección del medio ambiente y de nuestras poblaciones originarias.

Ese proceso también pasa por la integración física y energética de nuestros países. En este sentido, el Consenso de Brasilia, firmado por autoridades gubernamentales de América del Sur bajo los auspicios del presidente Lula en mayo de 2023, es un camino que debemos apoyar y sostener.

Debemos avanzar en el intercambio cultural, educacional, científico y tecnológico, permitiendo que nuestra población, y especialmente los y las jóvenes, tengan libre acceso a las universidades y a la movilidad académica, integrando las universidades en redes regionales.

La CELAC debe ser fortalecida y apoyada por las fuerzas populares y de izquierda, en especial los postulados de la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, cuyo 10º. aniversario conmemoramos en este 2024. Es urgente defender la unidad en nuestra diversidad, para así vencer las tentativas de injerencias externas. Sin embargo, también es crucial la rearticulación y el fortalecimiento de la institucionalidad de la CELAC, UNASUR y otros mecanismos de integración.

Finalmente, cabe a nosotros, partidos y movimientos sociales y populares junto a la intelectualidad progresista y de izquierda, transformar la integración en un proyecto político reconocido y en un instrumento de transformación defendido y protagonizado por los pueblos de la región, quienes necesitan entender cómo y de qué manera esto beneficia sus vidas, así como las verdaderas razones por las que la extrema derecha y la derecha no piensan sacarlo adelante. La condición sine qua non para estos logros es construir la más amplia unidad en la diversidad de los partidos y movimientos revolucionarios, de izquierda y progresistas, los movimientos sociales y populares y la intelectualidad progresista y de izquierda al interior de cada organización, territorio, país y el continente.

Se reafirma la necesidad de renovar con objetivos específicos las relaciones entre los partidos políticos de gobierno y los movimientos populares con posiciones democrático populares y soberanistas y con posturas favorables a la existencia de un Estado que asegure un funcionamiento democrático en el manejo de los disensos y en la construcción de los imprescindibles consensos, claves, para detener el retorno al capitalismo neoliberal que las transnacionales promueven en nuestra región.

Resulta indispensable la búsqueda de fórmulas unitarias concretas, que sean capaces de aglutinar a la mayor parte posible de los afectados por las acciones del capitalismo neoliberal, mediante el debate colectivo y sin hegemonismos. En este sentido, es imprescindible interiorizar de una vez por toda la necesidad de que los partidos políticos de izquierda y los movimientos sociales y populares con ideas y compromisos con sus pueblos asuman la unidad de acción más amplia y democrática posible.

La paz, la protección del medio ambiente, el desarrollo con justicia social y el futuro de dignidad de los pueblos y países latinoamericanos dependerán de la unidad y la organización impulsada por las fuerzas de izquierda y progresistas del continente para avanzar en la movilización política, social y cultural emancipadora de nuestros pueblos, construyendo conjuntamente la integración, la solidaridad, la cooperación y el multilateralismo.

Junio de 2024



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M. Torres
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