Una pluma de una ave extinta en Nueva Zelanda se vendió por 46.521 dólares neozelandeses (unos US$ 28.400), según informó la casa de subastas que se encargó de la venta.
La huia, avistada por última vez a principios del siglo XX y sus plumas se habían vendido previamente por hasta 8.400 dólares neozelandeses (unos US$ 5.100), según la casa de subastas Webb’s.
La pluma de huia, que se esperaba que se vendiera por 3.000 dólares neozelandeses (US$ 1.830), superó el lunes la estimación y se convirtió en la pluma más cara del mundo jamás vendida, según la casa de subastas Webb.
A través de un comunicado, Leah Morris, directora de artes decorativas de la casa de subastas Webb’s en Auckland, declaró: “Estamos muy contentos de que este raro objeto de historia natural haya despertado un interés tan grande por parte de los postores”.
Durante la subasta, la oferta más alta alcanzó los 46.521,50 dólares neozelandeses, superando el récord anterior de 8.400 dólares neozelandeses establecido en 2010 por otra pluma de la misma ave, también vendida por Webb’s.
historia de la «letal popularidad»
El huia, perteneciente a la familia de los pájaros wattle, fue apreciado por muchos, lo que llevó a su trágica extinción.
Para los maoríes, sus plumas simbolizaba estatus, reservadas solo para los jefes en tocados ceremoniales. Estas plumas se intercambiaban como muestra de amistad y respeto.
Los europeos también valoraban al huia, utilizando sus plumas para accesorios de moda y exhibiendo aves disecadas como símbolo de prestigio.
Lamentablemente, cazadores maoríes y europeos diezmaron la población del huia en el siglo XIX, vendiendo su piel a coleccionistas y comerciantes.
La popularidad del huia alcanzó su punto máximo cuando el duque y la duquesa de York fueron fotografiados con plumas en el sombrero durante su visita a Nueva Zelanda en 1901.
La historia de la «letal popularidad» del huia es un recordatorio impactante de cómo el interés humano puede llevar a la extinción de una especie.
La regulación estricta sobre la venta de estas plumas es importante para proteger lo que queda de la herencia natural de Nueva Zelanda.
Como objeto de importancia nacional, la pluma únicamente podía ser adquirida por coleccionistas registrados y no podía salir del país sin permiso del Ministerio.