La final del Mundial de Qatar entre Argentina y Francia quedará por siempre grabada en la historia como uno de los partidos más electrizantes que dio el fútbol. Aquel triunfo de la Albiceleste por los penales será recordado con alegría en el país sudamericano y quedará como una herida profunda eternamente en el territorio europeo. Un ejemplo de tal hecho son las recientes declaraciones del arquero francés Hugo Lloris sobre lo ocurrido aquel 18 de diciembre del 2022 en el Lusail Stadium.
El hombre que portó la cinta de capitán se lamentó principalmente por su rendimiento en los lanzamientos desde el punto de penal, donde no logró detener ninguno de los disparos que ejecutaron Lionel Messi, Paulo Dybala, Leandro Paredes y Gonzalo Montiel. “Durante aquel último partido del Mundial, no paré ni uno, y esas imágenes me persiguieron durante varias semanas, puede que incluso varios meses. Para la tanda de penales, me coloqué en el córner de los argentinos, entre abucheos, después de haberme aislado un momento para respirar, porque estaba cansado. Estaba muy concentrado, había estudiado el juego de mis oponentes, pero sabía que, a este nivel, se necesitaba éxito, y no sólo experiencia, trabajo o intuición. Me pasé un buen rato repasando las pelotas que habían rozado mis manos antes de acabar en la red. Incluso toqué una”, reconoció poco después de esa cita renunció a su selección y se marchó a la MLS de Estados Unidos.
En la nota exclusiva que le brindó al diario francés Le Parisien, el futbolista de 37 años relató las primeras sensaciones que dominaron su cuerpo apenas se consumó la caída ante Argentina: “Hay un mundo entre el ganador, ebrio de la felicidad que merece, y el subcampeón, que sólo puede llorar su derrota. Miré alrededor buscando a mi familia, allí estaban mi mujer, mi hijo de dos años, mis dos hijas, mi abuela, mi padre y su pareja. Se habían unido a mí tras los octavos de final y no había querido comprar un billete de vuelta, con la esperanza de que llegáramos hasta el final. Podía sentir su decepción. Repetía el partido en mi cabeza, quería volver a los vestuarios, estar a solas con mi dolor, pero tenía que quedarme para el protocolo, que se hacía cada vez más largo… Fue largo, muy largo”.