Nunca se es demasiado mayor para encontrar el amor. O al menos, así lo demuestra esta hembra de flamenco llamada Gertrude que habita en la Reserva Natural de Pensthorpe en Fakenham (Norfolk, Reino Unido): tras una vida de «fracaso amoroso», a sus casi 70 años se ha emparejado con un macho de 37, y no solo eso, sino que además ha puesto su primer huevo.
En 2024, esta reserva alberga una muestra de aproximadamente 65 flamencos, frente a los 40 de hace cinco años, lo que pone en evidencia los esfuerzos de la organización por fomentar la reproducción de estas majestuosas aves rosadas. Ahora, el grupo espera la llegada nuevo integrantes, ya que son muchos los ejemplares que han puesto huevos en la temporada.
Pero, sin duda, el caso de Gertrude constituye una excepción: de acuerdo con el comunicado de Pensthorpe, los flamencos viven entre 30 y 40 años, por lo que no solo su longevidad, sino también el hecho de presentar características maternales, resulta «increíble», señalan responsables de la reserva.
Si en la dimensión humana los rituales de cortejo son infinitamente diversos, en el reino animal las posibilidades se multiplican: por ejemplo, el macho de pez globo japonés realiza creativas modificaciones en el terreno para «impresionar» a las hembras, y las ranitas Odorrana tormota guiñan el ojo, literalmente, a sus pretendientes para darles luz verde para el apareamiento.
Así, en el caso de los flamencos este proceso es también fascinante: para llamar la atención de las hembras, los machos estiran el cuello, baten las alas y cantan fuerte al unísono (porque estas aves suelen realizar todas sus actividades en grupo). Es en ese punto cuando, tras un despliegue de movimientos más sutiles, ellas seleccionan a su candidato favorito, que debe seguir «pretendiéndolas» hasta el momento de la cópula.