Dos semanas después del comienzo de unas inundaciones que han devastado el estado de Rio Grande do Sul, en el sur de Brasil, las aguas del río Guaíba comenzaron a bajar poco a poco en las calles de Porto Alegre, la capital, y algunas personas regresan a sus casas con la esperanza de rescatar lo máximo posible.
La tragedia ha dejado ya 154 muertos, 98 desaparecidos, más de dos millones de afectados y más de 600.000 personas tuvieron que ser evacuadas de sus hogares.
Según G1, que cita a la Agencia Nacional de Agua y Saneamiento Básico (ANA), la cota del río bajó a 4,7 metros este viernes, después de alcanzar 5,25 metros, su nivel máximo, el martes.
Algunas de las calles están secas porque varias casas de bombas han vuelto a operar. Ahora ha quedado a la vista un reguero de animales muertos, basura y malos olores. Otros barrios siguen sufriendo los estragos del agua y será necesaria mucha ayuda para hacer frente a esta destrucción.