Jueces austriacos dictaminaron que un hombre que mantuvo cautiva a su hija durante 24 años, la violó miles de veces y tuvo siete hijos con ella, puede ser trasladado de un centro de detención psiquiátrica a una prisión regular, dijo un tribunal el martes.
La decisión del lunes fue la última de un tira y afloja legal sobre el futuro de Josef Fritzl.
El tribunal estatal de la ciudad de Krems dijo en un comunicado que el hombre de 89 años puede ser trasladado porque ya no representa el tipo de peligro que requiere mantenerlo en detención psiquiátrica. La decisión se basó en una audiencia del 30 de abril con Fritzl, así como en informes de expertos forenses y psiquiátricos.
Debido a la creciente demencia y deterioro físico de Fritzl, la detención psiquiátrica ya no es necesaria por su “trastorno combinado de personalidad”, ya que ya no existe peligro de que Fritzl cometa delitos graves, dijo el tribunal.
El tribunal dijo que Fritzl puede ser trasladado a prisión por un período de prueba de 10 años, pero que no puede ser puesto en libertad por completo.
Los fiscales apelaron una decisión anterior en enero de que Fritzl podría ser trasladado a una prisión regular, y ambas partes también tienen derecho a apelar la última decisión.
Su crimen salió a la luz en 2008 y fue sentenciado en 2009 a cadena perpetua por cometer incesto, violación, coerción, encarcelamiento falso y esclavitud de su hija, y homicidio negligente de uno de sus hijos pequeños.
Fritzl se hizo conocido como el “Monstruo de Amstetten” por la ciudad del norte de Austria donde encerró a su hija, que entonces tenía 18 años, en un sótano insonorizado de su casa en 1984.
El caso
El 19 de abril de 2008, una chica de 19 años ingresó en un hospital en Amstetten, una localidad al oeste de Viena, con una enfermedad genética que los médicos relacionaron con el incesto.
Esto detonó una investigación policial que condujo a la detención de Josef Fritzl, de entonces 72 años, y reveló que había tenido encerrada a su hija desde 1984, en total, más de 8.600 días.
La joven ingresada en el hospital era la primera de los siete hijos que nacieron de las continuas agresiones sexuales de Fritzl a Elisabeth.
La víctima contó que su padre había abusado de ella desde que era una niña y que con 18 años se escapó de casa. Tras regresar, su padre la encerró en el sótano y contó al resto de la familia que la joven se había fugado para unirse a una secta.
Comenzó así un cautiverio del que ni la madre ni los hermanos de Elisabeth, que vivían en la misma casa, aseguraron haberse dado cuenta a lo largo de casi un cuarto de siglo.
Elisabeth explicó a las autoridades que nunca se rebeló ni trató de escapar porque su padre la amenazó con llenar el sótano de gas si creaba problemas.
De las violaciones nacieron siete niños. De los seis que sobrevivieron, el agresor seleccionó a los más débiles y ruidosos para sacarlos del sótano para subirlos a vivir con él y su esposa en la casa familiar.