Tal día como hoy hace 76 años, David Ben-Gurión declaraba ante una sala repleta la independencia del nuevo Estado de Israel. Pese a que históricamente este día se celebra como una fiesta, este año se está viendo empañado por la guerra en Gaza y las presiones internas al Gobierno de Netanyahu para que acepte un alto el fuego que permita el regreso de los rehenes. La ofensiva terrestre en Rafah, criticada por sus propios aliados, ha provocado el retroceso de las negociaciones de paz. Y los países mediadores, Egipto y Catar, ya hablan de un punto muerto en las aspiraciones para conseguir una tregua.
«Estamos orgullosos de nuestra independencia, del milagro que es el Estado de Israel, pero nuestros corazones están llenos de tristeza y dolor», dijo este martes el presidente israelí, Isaac Herzog. Las tradicionales exhibiciones aéreas han sido canceladas. Además, los actos en las calles se centran en las críticas al Ejecutivo israelí por no haber traído de vuelta a los 128 rehenes que siguen en manos de Hamás y la Yihad Islámica (36 de ellos ya han sido declarados muertos).
Para los palestinos la tradicional festividad israelí se vive como uno de los días más negros de su historia. Esta fecha se conoce como la Nakba, que conmemoran cada 15 de mayo el día en el que comenzó la primera guerra árabe-israelí y que obligó al éxodo de más de 700.000 palestinos y la destrucción de decenas de pueblos árabes. En esta ocasión la fecha será doble, ya que también se tendrá presente a los más de 35.000 palestinos que han muerto y 79.061 heridos desde el inicio de la ofensiva israelí sobre Gaza, según cifras del Gobierno gazatíes en manos de Hamás.
En la última noche al menos 20 palestinos han muerto como consecuencia de varios bombardeos del Ejército israelí sobre el campamento de refugiados de Nuseirat, en el centro de la Franja de Gaza. Así lo ha hecho saber la agencia de noticias palestina Maan, vinculada a Hamás, que ha asegurado que el ataque aéreo se ha producido sobre un edificio residencial de tres plantas en el que se encontraban personas desplazadas de otros lugares del enclave palestino.
Además, los aviones israelíes también han bombardeado una casa en el oeste de la ciudad de Gaza, así como en la localidad de Beit Lahia y Jabalia, en el norte de la Franja. A todo ello se suman los bombardeos en el sur y el avance de las tropas por tierra en dirección a la ciudad de Rafah; tras haberse hecho la semana pasada con el paso fronterizo palestino de la región homónima.
Una negociación de tregua «casi en punto muerto»
El inicio de la ofensiva sobre Rafah frenó por completo los avances que hasta entonces se estaban llevando a cabo en la ciudad de El Cairo entre Israel y Hamás. Este martes, el primer ministro de Catar, Mohamed bin Abderrahmán, ha asegurado que las negociaciones para una tregua se encuentran prácticamente en un punto muerto, pese al avance que se había producido.
«En las últimas semanas vimos que se generaba cierto impulso. Pero, desafortunadamente, las cosas no avanzaron en la dirección correcta. En este momento, estamos casi en un punto muerto», dijo Bin Abderrahmán, que también es ministro de Exteriores. Durante su intervención en el Foro Económico de Catar aseguró que lo ocurrido en Rafah ha hecho «retroceder un poco». Pese a que el diplomático no descartó que se llegue a un acuerdo, agregó que «no hay claridad por la parte israelí sobre cómo parar la guerra», por lo que no cree «que estén considerando eso como una opción».
El alto el fuego aceptado por Hamás (a propuesta de Egipto y Catar) horas antes del inicio de la ofensiva de Israel sobre Rafah estipulaba una pausa de tres fases, de 42 días cada una, que llevaría al canje de rehenes por prisioneros palestinos en cárceles israelíes, la retirada israelí de Gaza y a una «calma sostenible» en la Franja, así como al aumento de ayuda humanitaria. El fin total de la guerra es uno de los puntos fundamentales del desacuerdo, ya que mientras el grupo islamista pide la retirada total de Israel, el Estado hebreo solo contempla una pausa temporal para el intercambio de rehenes por prisioneros. El Gobierno de Netanyahu insiste en acabar totalmente con las milicias de Hamás, por lo que no consideran frenar la ofensiva en este momento.
Sobre el papel mediador que juega Catar, el primer ministro reconoció que su país lo está reevaluándolo en las últimas semanas, ya que aseguran que «no quieren ser usados o abusados como mediador». Algo parecido podría estar valorando Egipto. Según recoge el medio estadunidense The Wall Street Journal, El Cairo está estudiando rebajar los lazos diplomáticos y sumarse a un proceso judicial internacional que acusa a Israel de genocidio, aunque no se plantean romper relaciones diplomáticas con Tel Aviv.