Son madres que están en contextos de movilidad humana, mujeres embarazadas, mujeres que dieron a luz en el trayecto o que son acompañadas por sus hijos. Algunas lograron llegar a Estados Unidos, otras se quedaron en la frontera norte de México, unas más están pasando por la ruta del centro del país, cruzando estados como Puebla; y algunas se quedaron en el camino.
El dolor de la migración tiene el rostro de madre, de mujeres que, a pesar de los obstáculos en el camino, incluido el riesgo de perder la vida, siguen luchando y soñando por una vida mejor para ellas y para sus hijas e hijos.
Los relatos de quienes salieron en busca de una mejor calidad de vida revelan que ser una madre migrante es complejo por la distancia, por las dificultades que enfrentan, pero, sobre todo, por el peso de cargar con la responsabilidad de la vida de los hijos y, en general, de toda una familia.
Algunas de las mujeres migrantes que salieron de países centroamericanos, fueron víctimas de violencia y de amenazas. Al llegar a estados como Puebla, aprecian que son libres, que están tranquilas y no son acosadas por nadie; sin embargo, en el trayecto, sus derechos humanos fueron vulnerados, sobre todo aquellas que pasaron por las vías del ferrocarril conocido como “La Bestia”. Ellas saben que la única manera de llega a Estados Unidos, es por la vía ilegal, cruzando la frontera en medio de riesgos y con la posibilidad de ser detenidas.
A pesar del dolor por dejar a sus seres queridos, por separase del lugar en el que nacieron o viven, las madres mantienen el sueño de trabajar para que sus hijos puedan estudiar en alguna escuela de México o de Estados Unidos; además, esperan que, algún día, puedan contar con su propia casa.
Algunas de las madres que pasaron por estados como Puebla, llegaron a albergues de Tijuana donde están esperando lograr una cita en la aplicación de CBP One para poder entrar a Estados Unidos y encontrarse con algún familiar.
Al final, este 12 de mayo de 2024 es un llamado a que todos los sectores de la sociedad colaboren para que se garantice el respeto a los derechos de todas las madres de familia y, sin que importe su situación migratoria, cuenten con la posibilidad de que mejore la calidad de vida de ellas y las de sus hijos.