No hay comida en el mundo que pueda saciar el hambre de Cristiano Ronaldo. Casi un año y medio después de su llegada al fútbol saudí, donde parecía buscar más un retiro bañado en oro que seguir luchando por títulos, el jugador portugués disputará su primera final oficial con el Al Nassr (ya disputó la de la oficiosa Copa Árabe) después de eliminar en semifinales a Al Khaleej (3-0).
El cinco veces ganador del Balón de Oro encarriló la victoria de su equipo con un golazo en la primera parte que recordó al Cristiano de sus mejores tiempos.
El delantero voleó a la media vuelta con su pierna izquierda y desde la esquina del área un balón que le cayó llovido después de que su compañero Ayman lograra obstaculizar el despeje del portero Sehic, al que el disparo rápido e inesperado de Cristiano le pilló fuera de sitio.
Es probable que la euforia y alegría por el gol fueran la razón por la que Cristiano cedió a Mané el penalti que significó el 2-0.
El portugués siempre fue poco dado a repartir su ambición, pero en Al Nassr hay muchos gallos en el mismo corral y el senegalés, aspirante a ser el máximo goleador del torneo, no dudó en agarrar rápidamente el balón para chutar desde los once metros.
El Cristiano de otra época no hubiera permitido esa escena sin, al menos, un intercambio de palabras y gestos de desconsideración.
El encuentro pudo quedar sentenciado antes del descanso, con el gol en el añadido de Ayman, pero el VAR anuló el tanto por fuera de juego del atacante saudí. El que sí dejó el partido visto para sentencia, ya en la segunda parte, fue Cristiano, con menos glamour que en su primer tanto pero igualmente eficaz.
El portugués solo tuvo que empujar en el área pequeña una pelota que le llegó en semifallo de Al Khaibari, que intentó rematar un centro raso de Al Ghannam y acabó poniendo una asistencia perfecta.