En la Audiencia General de este miércoles 10 de abril, el Papa Francisco continuó con su ciclo de catequesis sobre las virtudes y reflexionó sobre la virtud de la fortaleza, asegurando que “un cristiano sin valor, que no doblega sus propias fuerzas al bien, que no molesta a nadie, es un cristiano inútil”.
Al inicio de su catequesis, el Santo Padre se refirió a la fortaleza como “la virtud moral que en las dificultades asegura firmeza y la constancia en la búsqueda del bien”.
Destacó que es la “más combativa” de las virtudes, asociada por los autores escolásticos a lo que los antiguos llamaban “apetito irascible”.
“Jesús tenía pasión”
A continuación, resaltó que el pensamiento antiguo no imaginó un ser humano sin pasiones, ya que “sería una piedra”. Por ello, afirmó que “las pasiones no son necesariamente el residuo de un pecado; pero deben ser educadas, purificadas con el agua del Bautismo, o más bien, con el fuego del Espíritu Santo”.
“Un cristiano sin valor, que no doblega sus propias fuerzas al bien, que no molesta a nadie, es un cristiano inútil”, enfatizó el Santo Padre, al tiempo que precisó que “Jesús no es un Dios diáfano y aséptico”, sino que “tenía pasión”.
Para explicar el significado de esta virtud, el Papa Francisco destacó dos aspectos: uno pasivo y otro activo.
“La Providencia de Dios será nuestro escudo y armadura”
En cuanto al primero, el Santo Padre señaló que es el que se dirige hacia el interior de nosotros mismos: “Hay enemigos internos a los que tenemos que vencer, que responden al nombre de ansiedad, angustia, miedo, culpa: todas fuerzas que se agitan en lo más íntimo de nosotros mismos y que en alguna situación nos paralizan”.
Por ello, afirmó que “la fortaleza es ante todo una victoria contra nosotros mismos”, ya que “la mayoría de los miedos que surgen en nuestro interior son irreales, y no se hacen realidad en absoluto”.
“Mejor entonces invocar al Espíritu Santo y afrontarlo todo con paciente fortaleza: un problema cada vez, según nuestras posibilidades, ¡pero no solos! El Señor está con nosotros, si confiamos en Él y buscamos sinceramente el bien. Entonces, en cada situación, podemos contar con que la Providencia de Dios será nuestro escudo y nuestra armadura”.
Una virtud que “toma en serio los males del mundo”
En segundo lugar, destacó que hay “enemigos externos”, que son las pruebas de la vida, como las persecuciones, aquellas “dificultades que no nos esperábamos y nos sorprenden”.
“Podemos intentar predecir lo que nos sucederá, pero en gran medida la realidad se compone de acontecimientos imponderables, y en este mar a veces nuestra barca es sacudida por las olas. La fortaleza entonces nos hace marineros resistentes, que no se asustan ni se desaniman”, aseguró.
Para el Papa Francisco, “la fortaleza es una virtud fundamental porque toma en serio el desafío del mal en el mundo”.
En este sentido, señaló que “algunos fingen” que este mal no existe, “que todo está bien, que la voluntad humana a veces no es ciega, que las fuerzas oscuras que traen la muerte no luchan en la historia”.
“Pero basta ojear un libro de historia, o por desgracia incluso los periódicos, para descubrir las ‘nefandas’ de la que somos en parte víctimas y en parte protagonistas: guerras, violencia, esclavitud, opresión de los pobres, heridas que nunca han cicatrizado y que aún sangran”.
Ante estos males, aseguró “la virtud de la fortaleza nos hace reaccionar y gritar un rotundo ‘no’ a todo esto”.
“En nuestro cómodo Occidente, que ha ‘aguado’ un poco todo, que ha convertido el camino de la perfección en un simple desarrollo orgánico, que no necesita luchar porque todo le parece igual, sentimos a veces una sana nostalgia de los profetas”, expresó el Pontífice.
“Pero las personas incómodas y visionarias son muy raras. Necesitamos que alguien nos levante del ‘blando lugar’ en el que nos hemos acostado y nos haga repetir con decisión nuestro ‘no’ al mal y a todo lo que conduce a la indiferencia”, remarcó.
Pidió decir “no al mal y no a la indiferencia” y sí al camino “que nos hace progresar en la vida, por esto vale luchar”.
“Redescubramos, entonces, en el Evangelio la fortaleza de Jesús, y aprendámosla del testimonio de los santos y de las santas”, dijo por último el Papa Francisco.