Ya han pasado más de dos semanas desde que el mundo se conmocionara al conocer la triste realidad de Kate Middleton. Tras día de bulos y teorías de la conspiración en redes sociales, la princesa de Gales reaparecía en un vídeo, grabado por la BBC en los jardines del castillo de Windsor, en el que reveló que tiene cáncer y que se está sometiendo a un tratamiento de quimioterapia preventiva.
La fecha elegida para hacer pública su enfermedad tenía mucha relación con sus hijos, pues justo ese día empezaban sus vacaciones de Pascua, de las que siguen disfrutando aún.
Aquel 23 de abril, momento en el que Kate confesó al mundo su dolencia, George, Charlotte y Louis ya se encontraban en casa para empezar ‘el half term’ de su escuela, la Lambrook School.
La princesa quiso que se supiera en esos momentos para que sus tres hijos no tuvieran que enfrentarse en los días siguientes a comentarios o miradas de sus compañeros. Ya se sabe que, a esas edades, sobre todo con los cinco años de Louis, muchos no saben qué hay que decir y que no, por lo que la decisión de Kate de retrasar su anuncio fue para proteger a sus vástagos.
La esposa del príncipe Guillermo era consciente de que los principitos tendrían varias semanas para acostumbrarse a la nueva situación, y aprender nuevas herramientas por si en el colegio se les dice algo sobre su madre.
Según cuentan los medios británicos, Kate reveló su enfermedad a sus hijos poco después de enterarse, pero es diferente que lo sepan ellos solo a que el cáncer de su progenitora sea un tema del que se habla en todo el planeta.
Actualmente, George, Charlotte y Louis se encuentran todavía sin ir al colegio, pues las clases no empiezan hasta el próximo miércoles 17 de abril. Por lo que Kate tiene casi un mes entero para estar con sus hijos, sin presencias del exterior. También el príncipe Guillermo decidió vaciar su agenda institucional para estar estas semanas en casa, junto a su familia.
Según medios locales, pocos días después de que se hiciera pública la noticia del cáncer, los príncipes de Gales y sus hijos dejaron su residencia habitual, Adelaide Cottage, en Windsor, y pusieron rumbo al condado de Norfolk, donde tienen una casa, Anmer Hall.
Dicha mansión se encuentra dentro del recinto de Sandringham, donde también está el castillo en el que Carlos III pasa sus días cuando no tiene que viajar a Londres para recibir su tratamiento. Por lo que podrán pasar tiempo juntos.