Los textos como la celebración de este domingo se refieren en su conjunto al amanecer extraordinario que vivieron tanto las piadosas mujeres, como los discípulos de Jesús, fundando así el acontecimiento cristiano por excelencia. La noticia se basa en un sepulcro vacío y de un joven misterioso que sentado al lado derecho de la tumba, les anuncia la victoria de Dios sobre la muerte con la resurrección de Cristo. Si durante el camino hacia el sepulcro las mujeres se preguntaban ¿quién nos moverá la piedra del ingreso? advirtiendo lo imposible que será que allí les espere un vivo, la muerte de Jesús no puede tener, hablando humanamente, marcha atrás, el que murió ya no vuelve a la vida.
Así lo comprenden ellas y llevan ungüentos para embalsamar el cuerpo, van seguramente vestidas con color del luto y el lamento de haberlo perdido. Con la pregunta ¿quién nos moverá la piedra? y el salir de ella muy de madrugada (es decir cuando todavía estaba oscuro) y al llegar “al salir el sol” Marcos nos hace comprender que lo imposible para Dios es posible: su acción poderosa está dada ya que al llegar la piedra sepulcral había sido removida “su brazo (el de Dios) manda” En verdad ha eliminado la muerte, aquel sepulcro sellado con la roca grande y pesada, ha sido irremediablemente a favor nuestro, roto y doblegado.
El sol en verdad ya había levantado del centro mismo del lugar de enemigo, para nunca más conocer el ocaso. Las mujeres de la narración de Marcos representan el rostro de todos los discípulos de Cristo de todos los siglos. Ellas reciben de Dios la certeza de la resurrección de Jesús Crucificado, anunciada por ese joven que teológicamente refiere al ángel del Señor, que es el que da fe de la victoria de Jesús y a la vez recibe el encargo de ir anunciarlo, como la gran “Buena Noticia”: “¡Vayan, digan que Él nos precede!”.
Este es en verdad “el día que hizo el Señor”, día en que como anunció el profeta Isaías, Dios haría nuevas todas las cosas. Y, ha comenzado eliminando para siempre la muerte como destino definitivo del hombre abriendo de par en par las puertas del Paraíso. Y, en este nuevo día, todos debemos de ser testigos de la resurrección y de su presencia viva en medio de la historia. “¡Resucitó el Señor! ¡Verdaderamente ha resucitado!” Felices Pascuas de Resurrección y que su presencia sea la primavera espiritual que el tiempo de cuaresma preparó con especial empeño. ¡Felices Pascuas de Resurrección!