El exfutbolista Robson de Souza Robinho ingresó en la madrugada de este viernes en la prisión brasileña donde cumplirá la pena a nueve años de cárcel impuesta por la Justicia italiana por participar en una violación colectiva. El ex jugador del Real Madrid llegó a la cárcel de Tremembé, situada a unos 150 kilómetros de la ciudad de São Paulo, pasada la medianoche y después de ser sometido a los exámenes médicos protocolarios.
La P2 de Tremembé tiene capacidad para 584 presos entre régimen semiabierto y cerrado, pero actualmente alberga a 434 y es conocida en Brasil como la “Cárcel de los famosos” por ser el lugar adonde la Justicia brasileña envía a los condenados de renombre. Los medios brasileños aseguran que las condiciones de este Complejo Penitenciario son mucho mejores que las de otros presidios públicos del estado de San Pablo. Sus celdas son más espaciosas, la comida es de mejor calidad y hasta tienen acceso a clases de música e inglés, más torneos e ajedrez o fútbol.
Robinho fue detenido el jueves en su casa cerca de la ciudad portuaria de Santos, en cuyo equipo de fútbol se formó como jugador, después de que el magistrado Luis Fux, del Tribunal Supremo, rechazara un pedido de habeas corpus. El ex futbolista fue condenado en Italia en 2017 por una violación grupal de una joven albanesa en una discoteca de Milán en 2013, pero este había vivido en libertad hasta este momento en Brasil, donde la Constitución prohíbe la extradición de sus nacionales.
Sin embargo, este miércoles el Superior Tribunal de Justicia, corte de máxima instancia para asuntos no constitucionales, decidió por amplia mayoría que Robinho cumpla la condena en Brasil y ordenó su prisión inmediata y en régimen cerrado.
El Tribunal sostuvo que no le correspondía revisar la sentencia ya proferida en firme por un tribunal italiano ni abrir un nuevo juicio, sino tan solo revisar si se daban todos los requisitos para aceptar la petición de Italia para que el deportista cumpliera su pena en Brasil.
Allí, las condiciones son mejores que en otros presidios públicos del estado de Sao Paulo. Las celdas varían entre 8 y 15 metros cuadrados y la comida, preparada por una treintena de reclusos y de alta calidad, alimenta tanto a los presos como a trabajadores del complejo, según relatan medios de comunicación brasileños.
Los presos también pueden unirse a clases de música o inglés, además de participar en competiciones internas de ajedrez, poesía o partidos armados en la cancha de fútbol de la penitenciaría, de acuerdo con la revista Veja.