Por: Dylan Gonzalez
El manda más de la Selección Nacional de Honduras, se tomó la oportunidad de visitar las instalaciones de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM), para impartir una charla magistral, esto en el marco de el 50 aniversario de la carrera de Educación Física en dicha institución.
En dicho foro Rueda recordó intimidades que se dieron dentro del vestuario de la Bicolor en su primera etapa al mando de la H, donde dos referentes como lo fueron David Suazo y Carlos Alberto Pavón protagonizaron un momento que marcó al equipo y sirvió para fortalecer los lazos de hermandad que habían hasta ese momento.
«En el ciclo pasado David Suazo estaba en Cagliari y pasó al Inter de Milán, estuvo algunos partidos y después no volvió, entonces llamamos Carlos Pavón para la Copa Oro, pasó bastante tiempo para que estuvieran juntos, como si lo fue en la época del profe Maradiaga. Los medios generan esa polémica, ¿Quién debe ser el 9 y quién el 7?, David estaba joven y Carlos era mayor, el mundo da vueltas porque luego Suazo era el más importante y Pavón venía de regreso al país, en ese tiempo el ‘’Chele” Varela era nuestro utilero, vino a mi habitación en la madrugada y me dijo: “¿Profe a quien le doy el 7 y el 9?, mire que llegaron junto”, entonces yo le respondí que ese era cuestión de él, ambos eran muy importantes y sabíamos que los necesitábamos, pensábamos que venía ese problema de los egos así que busqué al profe Mendoza para que hablara con Carlos Alberto, al día siguiente le dije dale a David el 9 y a Carlos el 7, cosa que tenía que ser al revés, pero me sorprendí cuando David se levantó, cogió la camisa, se acercó a Pavón y le dijo “Use usted esta camisa, porque es el dueño de la 9, no soy yo”, eso nos unió como familia tanto que el día de la clasificación el 7 le dio la asistencia al 9 para ir al mundial». Así lo contó el colombiano que llevó a Honduras a una Copa del Mundo luego de 28 años de ausencia.
Así mismo, reconoció la fortuna de contar con un jugador de la jerarquía de Amado Guevara, «El Lobo» fue el líder absoluto de esa generación, se encargó de implementar estrategias para evitar indisciplinas entre los jugadores y fue el encargado una importante donación en aquel entonces.
»Amado fue un capitán de capitanes, con su carácter de imponer unión, disciplina, a la armonía, de cobrar multas por llegar tarde al bus, llegar tarde al entreno, con la camiseta que no era, llegar tarde al comedor, a Amado no se le escapaba nadie, recolectamos un fondo importante en esa época, los muchachos donaron ese dinero para un hospital de niños quemados, les compraron una camioneta para recoger niños de las calles, eso fue gracias a Amado que siempre se enfrentaba con cualquiera. A pesar de estar en el Toronto, él siempre era el primero en llegar a la concentración, no le importaba viajar uno o dos días antes». Fue así como el profe Rueda hizo de conocimiento publico anécdotas que después de tantos años pocos conocían.
