A pesar de todos los dardos, de los documentales, de su autobiografía y de los reproches a la Familia Real británica, el príncipe Harry no dudó ni un minuto en recorrer 9.000 kilómetros para ver a su padre tras conocerse su diagnóstico de cáncer.
El Rey informó personalmente a sus hermanos y a sus hijos antes de que un comunicado hiciera pública su enfermedad. El duque de Sussex cogió el primer vuelo desde California, donde vive con Meghan Markle y sus hijos, para poder estar lo antes posible en Londres y ver al Rey, aunque solo fuera de forma breve durante 45 minutos en un viaje exprés de 24 horas.
Harry fue visto llegando a la terminal VIP del aeropuerto de Los Ángeles y a su llegada a la capital británica, un coche le esperaba para llevarle inmediatamente a Clarence House, la residencia de su padre. Viajó toda la noche para llegar a Reino Unido justo a la hora de comer.
Carlos III decidió esperarle para poder charlar durante menos de una hora y retrasó su salida en el helicóptero que le llevaría a él y a la reina Camilla a Sandringham tras haber comenzado su tratamiento.
La premura del viaje de Harry, teniendo en cuenta lo dañadas que están las relaciones familiares a uno y otro lado del Atlántico, sorprendió, pero el Príncipe dijo en sus memorias que su padre es paternal, esperanzado y bondadoso, aunque “no se le daba muy bien expresar sus emociones en circunstancias normales”.
El relato de su hijo menor muestra a un monarca que quiso ser un buen padre, pero o no supo o no pudo serlo y Harry siempre se ha mostrado muy empático con él a pesar de todo.
La urgencia de la vuelta de Harry a su país natal también se interpretó como una señal de la gravedad del monarca, aunque el primer ministro, Rishi Sunak, ya se apresuró a decir que el cáncer del jefe del Estado “se ha detectado a tiempo”, arrojando algo de luz y tranquilidad a una nación que vive en vilo desde hace semanas.
Aunque sorprenda el poco tiempo que padre e hijo se dedicaron, parece que la ocupada agenda del monarca es la que marca el paso, también en estos tiempos de incertidumbre. Ahora, además, hay que añadir lo que ordenen los médicos. Carlos III no es un ciudadano más y su salud es asunto de Estado.
El príncipe Harry se ha alojado en esta vuelta a casa en un hotel. Podría haberlo hecho en el Castillo de Windsor, pero su desplazamiento fue tan repentino que la invitación no se pudo cursar en orden y forma.
Aunque en un primer momento se especuló con que Harry podía haber aprovechado su estancia en Londres para alguna reunión de trabajo, verse con viejas amistades o acudir a algún acto oficial relacionado con sus propios intereses filantrópicos, finalmente volvió a California este miércoles, 24 horas después de aterrizar en Londres.
También cabía la posibilidad de que hubiese un segundo encuentro entre el soberano y su hijo menor que no ha sido posible en este nuevo viaje exprés que no ha servido para que Harry y Guillermo aprovecharan para saldar cuentas pendientes y reconciliarse. El duque de Sussex no ha visitado a su cuñada Kate. Las heridas son profundas y aún supuran.