Cargando pesadas bolsas de lona, los nuevos reclutas taiwaneses descienden del autobús y se dirigen a una hilera de peluqueras para que les rapen el cabello y puedan iniciar el servicio militar obligatorio, que a partir de ahora volverá a ser de un año.
Estos jóvenes conscriptos que llegaron a la ciudad occidental de Taichung son el primer grupo que se someterá a un año de servicio militar obligatorio, tras extender el periodo estipulado anteriormente, que era de cuatro meses.
Esta prolongación se anunció en 2022 como parte de los planes de la presidenta saliente Tsai Ing-wen de reforzar las capacidades defensivas de esta isla de gobierno propio ante la creciente agresividad de China.
A pesar de que Taiwán dispone de gobierno, divisa y ejército propio, Pekín reivindica la isla como parte de su territorio y en años recientes ha incrementado la retórica de que la «unificación» es «inevitable».
China nunca ha renunciado al uso de la fuerza para intentar tomar el control de Taiwán y mantiene una presencia casi diaria alrededor de la isla.
Al recibir a los nuevos reclutas, Hong Hsin-chi, comandante del campo de entrenamiento básico, prometió ser «estricto, pero no severo». También contó que habían añadido «más cursos profesionales» al servicio como combate, entrenamiento de fuego rápido y primeros auxilios en combate.
Después de ocho semanas de entrenamiento, serán trasladados a las diferentes ramas del ejército.
«Cuando se gradúen, serán soldados calificados», dijo Hong.
La primera tanda de 670 reclutas (todos hombres entre 18 y 19 años) se debían presentar en tres centros de entrenamiento por todo Taiwán.
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