Decenas de miles de australianos salieron a protestar el viernes contra el controvertido día nacional que conmemora la llegada de los colonos europeos a la isla hace más de 200 años.
En Sídney, Melbourne y otras ciudades, miles de manifestantes bajo el lema «Día de la Invasión» pedían un cambio de fecha de la fiesta nacional, celebrada cada 26 de enero.
Aunque para muchos australianos es sinónimo de un día libre, una barbacoa o una escapada a la playa, la elección de la fecha, que coincide con la llegada de los colonos europeos a la bahía de Sídney en 1778, es cada vez más polémica.
A pesar de un calor de 38 ºC, los manifestantes en Sídney salieron a la calle ondeando las banderas aborígenes de color negro, rojo y amarillo y con pancartas con lemas como «Ningún orgullo del genocidio australiano».
En una ceremonia para entregar la ciudadanía a 16 inmigrantes, el primer ministro Anthony Abanese dijo que el Día de Australia era la «oportunidad para parar y reflexionar en todo lo que hemos conseguido como nación».
En la víspera del día nacional, manifestantes en Melbourne dañaron estatuas de figuras coloniales como el capitán James Cook o la reina Victoria.
Los sondeos muestran que una mayoría de australianos quiere mantener la celebración del día nacional, pero están divididos en un 50-50 sobre si se debe cambiar la fecha.
Actualmente, menos del 4% de los 26 millones de australianos son aborígenes.
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