Este miércoles un avión ruso de transporte militar 11-76 se ha estrellado en la ciudad fronteriza (con Ucrania) de Bélgorod con 74 pasajeros a bordo. De estos, 65 eran prisioneros ucranianos que iban a ser intercambiados por soldados rusos retenidos por el Ejército de Zelenski. Por el momento se desconocen las causas del suceso, aunque el Kremlin ya ha arremetido contra Ucrania.
Después del accidente en este lugar clave en la guerra entre Ucrania y Rusia, el Ministerio de Defensa de Vladimir Putin ha acusado directamente a Kiev como responsable de los hechos. «El régimen ucraniano ha cometido un acto terrorista», han indicado en un comunicado.
«La aeronave fue derribada por las fuerzas armadas ucranianas desde la localidad de Liptsy, en la región de Járkov, utilizando un sistema de misiles antiaéreos», ha incidido el departamento de Defensa, que también ha destacado haber observado «el lanzamiento de dos misiles ucranianos».
Asimismo, también han aseverado que «el régimen nazi de Kiev dio este paso para acusar a Rusia de destruir al ejército ucraniano», lo que podría entenderse como un ataque de falsa bandera. Como consecuencia, inciden, este acto ha mostrado «la verdadera cara» de Ucrania, que desprecia «la vida de sus ciudadanos».
En este sentido, horas antes el parlamentario ruso y presidente del Comité de Defensa de la Duma Estatal, Andrei Kartapalov, ya adelantó que confirmaba el lanzamiento de tres misiles por parte de Ucrania contra la aeronave, según recogía el medio ruso Interfax. Como consecuencia, añadió, un segundo avión con 80 prisioneros retrocedió hasta su origen tras la caída del primero.