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¿Qué ha sido de los sobrevivientes de la tragedia de los Andes? Así es vivir después de «La sociedad de la nieve»

Solo 16 de los 45 ocupantes del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya que se estrelló en la cordillera de los Andes el 13 de octubre de 1972 sobrevivieron. 72 días después, cuando llegó el rescate, esas 16 personas comenzaron –tal vez recomenzaron– sus nuevas vidas. Sus historias después del accidente en la cordillera no fueron lineales ni todas sencillas. Pero todos siguieron adelante, trepando y caminando, como Fernando Parrado y Roberto Canessa lo habían hecho en la montaña para salvarse.

Esto es lo que fue el vivir para los 16 después de sobrevivir.

Algorta era uno de los sobrevivientes que no pertenecía al equipo de rugby. En su caso estudiaba Economía y, antes del accidente, no había tenido demasiado contacto con los otros pasajeros. Solo conocía a sus amigos Arturo Nogueira y Felipe Maquiarrán (ambos fallecidos en la montaña).

Después del accidente, volvió a la facultad a estudiar Economía, en la Universidad de Buenos Aires y posteriormente en la Universidad de Stanford, donde consiguió una maestría en Administración de Empresas.

Vivió la mayor parte de su vida en Argentina, donde ejerció como director de una fábrica de cerveza y bebida. Se casó con Noelle Sauval en 1974, con quien tuvo tres hijos y dos nietos.

En el 2007,  Algorta se retiró de la vida empresarial y se dedicó a la consultorías, a regentear su propio campo en Uruguay, y a dar conferencias. En 2015, publicó el libro Las montañas siguen allí.

Roberto Canessa

Todos tenemos una cordillera en nuestras vidas. No hay que quedarse en la parálisis de sentirse desgraciado» – Roberto Canessa 

Su vida tal vez sea la más pública y conocida de todos los sobrevivientes. Antes del llamado milagro de los Andes, Canessa era estudiante de Medicina, jugador de rugby del Old Christians y estaba ennoviado con Laura Surraco.

Después de los 72 días de superviviencia y de haber caminado junto con Fernando Parrado durante 10 días hacia la salvación, continuó la carrera de Medicina, se casó con la que era su novia y siguió jugando al rugby varios años más.

Llegó a la selección uruguaya de rugby y hasta representó a Uruguay en el equipo sudamericano que viajó a Sudáfrica en apoyo a la abolición del apartheid.

Se convirtió en cardiólogo infantil y recibió tres veces el Premio Nacional de Medicina de Uruguay. Sigue trabajando como médico y también como docente del posgrado especializado de Cardiología Pediátrica de la Facultad de Medicina y, como varios otros de los sobrevivientes, como orador motivacional.

Alfredo «Pancho» Delgado

“Uno se levanta de mañana y mira para los costados esos picos nevados, impresionantes. El silencio de la cordillera es majestuoso, sensacional. Es una cosa que aterra, uno está, solo, solo, solo frente al mundo y les puedo asegurar que Dios está ahí” – «Pancho» Delgado.

En 1972, era un estudiante de Derecho, de 25 años, y se embarcó en el Fairchild de la Fuerza Aérea Uruguaya junto con sus amigos Numa Turcatti y Gaston Costemalle. Era uno de los mayores del grupo, y sobrevivió pese a tener una pierna herida durante 72 días.

Cuando los sobrevivientes volvieron a Montevideo y dieron una conferencia de prensa, fue él quien tomó la palabra y explicó que habían sobrevivido comiendo carne humana. Fue la primera y última vez que habló del tema. Posteriormente se llamó a silencio y no se ha dejado ver en medios de comunicación.

Al volver de la montaña, terminó sus estudios en Derecho, se casó con su novia de toda la vida, Susana Sartori, con quien tuvo cuatro hijos, y abrió un estudio notarial.

Daniel Fernández Strauch

Emprendió el viaje a Chile junto con tres de sus primos: Eduardo y «Fito» Strauch, y Daniel Shaw (quien murió en el accidente). Fue con Fito y Eduardo con quienes conformó el grupo de liderazgo y organización, tras la muerte del capitán del equipo de rugby, Marcelo Pérez del Castillo. Eran ellos los encargados, entre otras tareas, de la ingrata tarea de cortar y secar la carne, sin que nadie supiera a quien pertenecía.

Al volver a la vida en Uruguay, se casó, tuvo tres hijos y dirigió una empresa informática y tecnológica.

En 2012, 40 años después del milagro, publicó el libro Regreso desde la montaña.

Roberto «Bobby» Francois

“Jamás vi clara la salida, lo que divisaba era una serie de matices que iban de gris opaco a un negro profundo. En esa lucha interior viví los setenta y dos días» – «Bobby» Francois

Era uno de los jugadores del equipo de rugby Old Christians, y uno de los más jóvenes y tímidos de la delegación. Cuentan sus compañeros que, apenas minutos después del accidente, se sentó en la nieve, encendió un cigarrillo y dijo: “la quedamos”, lo cual en lenguaje coloquial uruguayo quiere decir algo así como “estamos muertos”.

Después del rescate poco se ha sabido de él, salvo lo que dice la página de la Sociedad de la Nieve: que es “reservado, sencillo, amable y muy agradable”. Está casado con Graciana Manini, tiene seis hijos, y es técnico y productor agropecuario.

Roy Harley

“Muchos pudieron separar lo que sentían, o postergarlo para más adelante, para no derrochar esa energía que debíamos conservar en cuentagotas, porque era una lágrima lo que nos separaba de la muerte” – Roy Harley

El Fairchild del vuelo 571 fue su primer viaje en avión, y después del accidente le costó mucho volver a tomar un vuelo. Hoy lo hace, pero a regañadientes.

Era uno de los más jóvenes y de mejor estado físico del grupo, pero al terminar la epopeya estaba flaquísimo y desgarbado (pesaba solo 37 kilos en el momento de su rescate, frente a los 85 de antes).

Como era estudiante de Ingeniería, se convirtió en el ingeniero de la Sociedad de la Nieve. Por eso, fue el encargado de reparar una radio que les sirvió para mantenerse al tanto de las noticias sobre su búsqueda y fue quien intentó infructuosamente reparar la radio del avión. Después del accidente, terminó la carrera y se convirtió en ingeniero de una empresa de pinturas.

A Roy Harley le debemos las imágenes de la montaña, ya que de él era la única cámara fotográfica.

Hoy está retirado y da conferencias sobre lo que le tocó vivir. Se casó y tuvo tres hijos.

José Luis «Coche» Inciarte

“Había aprendido en esos últimos días de moribundo que la vida había que merecerla, no se recibía de regalo, y para merecerla había que entregar algo, fundamentalmente afecto, y vaya si lo habíamos entregado a los amigos vivos y muertos en todos esos días” – «Coche» Inciarte

«Coche» Inciarte era uno de los más mayores del grupo de sobrevivientes. Él no era parte del equipo de rugby y estudiaba Ingeniería Agrónoma.

Después de la avalancha, se le infectó un pie y pasó los últimos días en la montaña sin poder caminar. Contó a CNN que el día en que escuchó que los expedicionarios habían llegado a conseguir rescate había decidido dejarse morir.

Al volver se casó con Soledad, su novia de la infancia, con quien tuvo 3 hijos. Trabajó en el sector lácteo y fue uno de los mayores productores de lácteos de Uruguay durante muchos años. Cuando se retiró, se dedicó a dar conferencias sobre su vida.

En 2018, publicó Diario de un superviviente: Memorias de los Andes.

Falleció el 27 de julio de 2023, a los 75 años, debido a un cáncer que lo aquejó durante varios años. Antes de morir, fue de las primeras personas en ver la película La sociedad de la nieve, según contó su director J.A. Bayona.

Álvaro Mangino

“Nosotros creímos en lo que estábamos haciendo, nos focalizamos en algo que era imposible en la razón y la lógica, y lo superamos, y eso es lo que hay que transmitir, que en la vida se puede, que depende de cada uno”- Álvaro Mangino

Álvaro Mangino, a diferencia de muchos de sus compañeros supervivientes, no fue al colegio Stella Maris, ni pertenecía al equipo de rugby Old Christians. Durante el accidente se quebró la pierna izquierda (tibia y peroné), que le colgaba. En las primeras horas, Roberto Canessa le recolocó como pudo los huesos. Después de estar 72 días sin caminar, colgado en una especie de hamaca, Mangino fue el primero en saltar a uno de los helicópteros de rescate.

Al volver a Montevideo, se reencontró con su novia, Margarita Arocena, con quien se casó y se fue a vivir a Brasil, tuvo cuatro hijos, y varios nietos. Después de muchos años en Brasil, regresó a Uruguay, donde trabajó en una empresa de calefacciónn y aire acondicionado.

Javier Methol

“Para mantener la fe en todo momento, a pesar de los revolcones que nos daban, teníamos que ser alquimistas. Transformar la tragedia en milagro, la depresión en esperanza” – Javier Methol

Era el mayor de todos los supervivientes. Con 36 años, había decidido viajar a Chile con su esposa Liliana, para festejar su aniversario de bodas y pasar allí unos días de vacaciones. Liliana, con quien habían tenido cuatro hijos, murió durante una avalancha en los Andes. Antes y después del llamado milagro de los Andes, Methol trabajó en una empresa tabacalera, dónde se desempeñó hasta su jubilación.

Años después del accidente, volvió a casarse y tuvo otros cuatro hijos. Falleció en 2015.

Carlos Páez

“Yo siento que renací en los Andes. No me refiero al nacimiento biológico, sino a la formación de un joven que cayó entre los picos nevados, y exigido por la realidad, se fue templado a los martillazos” – Carlos Páez

Con 18 años, era el más joven del grupo y del equipo de rugby que cayó en la montaña. Su padre, el famoso pintor Carlos Páez Vilaró, lo buscó incansablemente durante los 72 días y fue él quien leyó en la radio la lista de supervivientes.

Durante la supervivencia, fue el encargado de tejer el sobre de dormir que llevaron los expedicionarios, de hacer reír al grupo con sus ocurrencias y de rezar un rosario cada noche antes de dormir.

Después de los Andes, se convirtió primero en empresario, luego en publicista, escritor y orador motivacional. Ha contado en conferencias y en sus libros cómo –al volver– tuvo problemas de adicción al alcohol y a las drogas, que consiguió superar, pero que considera su “segunda cordillera”. Publicó dos libros: Después del día 10, en 2007, y La cordillera del alma, en 2019.

Se casó y tuvo dos hijos: María Elena de los Andes y Carlos Diego (en honor a sus amigos Diego Storm y Gustavo Diego Nicolich, que fallecieron sepultados en la avalancha). Tuvo seis nietos.

Fernando «Nando» Parrado

En el momento del accidente aéreo en la cordillera, «Nando» Parrado era un estudiante universitario y tenía 22 años. Durante los primeros 4 días estuvo inconsciente y sus compañeros al principio lo dieron por muerto. Cuando despertó se enfrentó a las peores noticias: su madre y dos amigos íntimos habían fallecido, mientras su hermana estaba herida.

Cuando su hermana falleció en sus brazos, pocos días después, Nando se obsesionó con una sola cosa: salir de allí para reencontrarse y atenuar el dolor de su único familiar vivo: su padre Seler Parrado. Así, fue él quien, junto con Roberto Canessa y Antonio Vizintín, emprendió la expedición final para salvar al grupo.

Ramón «Moncho» Sabella

“Logramos sobrevivir solamente con los afectos, porque no teníamos otra cosa, salvo el uno con el otro. Armamos de la nada una sociedad exclusivamente de amistades, abandonada en el lugar más frío del mundo» – «Moncho» Sabella

No era parte del equipo de rugby. Viajaba a Chile de vacaciones, acompañando a dos de sus amigos, «Bobby» Francois y «Carlitos» Páez.

Tras el llamado milagro de los Andes, Moncho vivió un tiempo entre Montevideo y Punta del Este, y luego se mudó a Asunción, donde trabajó como empresario. Estuvo mucho tiempo en silencio, con un perfil bajo. Pensaba que, teniendo en cuenta la pérdida de la familia de los que no habían regresado, era poco ético hablar de su experiencia.

Con el tiempo, dice que descubrió el impacto que esta historia causa en quienes la escuchan y comenzó a dar conferencias y entrevistas.

Eduardo Strauch

“Éramos un grupo de moribundos semicongelados y famélicos, que ignoraba por completo dónde estaba, abrazándose para no morir de frío, sin ningún otro elemento más que afectos e inteligencia, encontró la salida, la espiritual y la física” – Eduardo Strauch

Fue jugador y cofundador del equipo de rugby Old Christians Club. Al momento del accidente era estudiante de Arquitectura y había ya viajado por Europa. Venía de una familia con negocios en la banca y en la industria alimentaria, aunque sus padres eran joyeros.

En la montaña, fue parte del grupo de líderes que integraba junto con sus primos «Fito» Strauch y Daniel Fernández.

Después de los Andes, Eduardo Strauch terminó su carrera y se convirtió en arquitecto. Se casó siete años después y tuvo 5 hijos.

Muchos años después, un montañista mexicano encontró su chaqueta y sus documentos entre los restos del avión, en los Andes. A partir de ese momento, entabló amistad con él y juntos van, cada año, al lugar del desastre con quienes quieran acompañarlos. En 2022, coincidiendo con el 50 aniversario del llamado milagro de los Andes, CNN los acompañó en ese viaje.



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