El papa Francisco reclama impulsar un tratado internacional vinculante para que la inteligencia artificial sea ética y promueva el bien común. En su opinión, el progreso de la ciencia y la tecnología debe ser «camino hacia la paz», pues cuenta tanto con «entusiasmantes oportunidades» como con «graves riesgos, con serias implicaciones para la búsqueda de la justicia y de la armonía entre los pueblos».
Así lo expresa en el mensaje para la Celebración de la 57 Jornada Mundial de la Paz, que celebra este 1 de enero y que ha dedicado a la inteligencia artificial y a la paz, y que redactó el pasado 8 de diciembre, festividad católica de la Inmaculada Concepción de María.
«Exhorto a la comunidad de las naciones a trabajar unidas para adoptar un tratado internacional vinculante, que regule el desarrollo y el uso de la inteligencia artificial en sus múltiples formas», escribe en un mensaje del que espera que «anime a hacer que los progresos en el desarrollo de formas de inteligencia artificial contribuyan, en última instancia, a la causa de la fraternidad humana y de la paz».
En su texto, Francisco plantea preguntas como: «¿Cuáles serán las consecuencias, a medio y a largo plazo, de las nuevas tecnologías digitales? y ¿qué impacto tendrán sobre la vida de los individuos y de la sociedad, sobre la estabilidad internacional y sobre la paz?»
La aportación de la IA, prosigue, tendrá un resultado positivo «si somos capaces de actuar de forma responsable y de respetar los valores humanos fundamentales como la inclusión, la transparencia, la seguridad, la equidad, la privacidad y la responsabilidad».
Para lograrlo, además de un «compromiso de actuar de forma ética y responsable», habría que «instituir organismos encargados de examinar las cuestiones éticas emergentes y de tutelar los derechos de los que utilizan formas de inteligencia artificial o reciben su influencia» y también desarrollar «una adecuada formación en la responsabilidad».
«La libertad y la convivencia pacífica están amenazadas cuando los seres humanos ceden a la tentación del egoísmo, del interés personal, del afán de lucro y de la sed de poder. Tenemos por ello el deber de ensanchar la mirada y de orientar la búsqueda técnico-científica hacia la consecución de la paz y del bien común, al servicio del desarrollo integral del hombre y de la comunidad», expone.
Desafíos
Según Francisco, «la inteligencia artificial será cada vez más importante. Los desafíos que plantea no son sólo técnicos, sino también antropológicos, educativos, sociales y políticos», por lo que «debería estar al servicio de un mejor potencial humano y de nuestras más altas aspiraciones, no en competencia con ellos».
En este punto, el mensaje ahonda en el riesgo de campañas de desinformación, noticias falsas y una «creciente desconfianza» hacia los medios de comunicación y, con ello, «el riesgo de alimentar los conflictos y de obstaculizar la paz».
Así, llama a reflexionar sobre el «sentido del límite», marcado por el ser humano, «mortal por definición». «El respeto fundamental por la dignidad humana postula rechazar que la singularidad de la persona sea identificada con un conjunto de datos. No debemos permitir que los algoritmos determinen el modo en el que entendemos los derechos humanos, que dejen a un lado los valores esenciales de la compasión, la misericordia y el perdón o que eliminen la posibilidad de que un individuo cambie y deje atrás el pasado», asegura.
«La posibilidad de conducir operaciones militares por medio de sistemas de control remoto ha llevado a una percepción menor de la devastación que estos han causado y de la responsabilidad en su uso, contribuyendo a un acercamiento aún más frío y distante a la inmensa tragedia de la guerra», añade Francisco, que cree que es «imperioso» garantizar una supervisión humana adecuada, significativa y coherente de los sistemas de armas».
«Lo último que el mundo necesita es que las nuevas tecnologías contribuyan al injusto desarrollo del mercado y del comercio de las armas, promoviendo la locura de la guerra. Si lo hace así, no sólo la inteligencia, sino el mismo corazón del hombre correrá el riesgo de volverse cada vez más ‘artificial’. Las aplicaciones técnicas más avanzadas no deben usarse para facilitar la resolución violenta de los conflictos, sino para pavimentar los caminos de la paz», apela. Asimismo, el mensaje reivindica la promoción del desarrollo humano integral, una mirada y tener en cuenta las cuestiones éticas en el desarrollo tecnológico.