En un giro escalofriante de los acontecimientos, Kim Jong Un, el impredecible líder de Corea del Norte ha emitido un nuevo llamamiento urgente a la movilización militar.
Durante la reunión plenaria del Comité Central del Partido de los Trabajadores de Corea, la cumbre anual del partido en el poder, Kim hizo hincapié en la necesidad de acelerar los preparativos de guerra y ordenó «al Ejército Popular, la industria de municiones, las armas nucleares y los sectores de defensa civil que intensifiquen sus capacidades».
Con su retórica incendiaria, el líder lamentó «la grave situación política y militar en la península coreana, que ha llegado a un punto extremo» y aludió a “las maniobras sin precedentes de confrontación de Estados Unidos y sus fuerzas vasallas”.
La reunión del partido en Pyongyang, que comenzó el martes, se centró fundamentalmente en los objetivos de la política de seguridad de la autoproclamada potencia nuclear para el próximo año. No obstante, en un mitin frente a la Comisión Militar Central del régimen celebrado en agosto, Kim ya ordenó de forma agresiva e inquietante que los preparativos bélicos se impulsaran.
Las últimas directrices suceden a meses de discursos altamente provocadores sobre la supuesta amenaza estadounidense y sus alianzas. Por su parte, Washington, Seúl y Tokio han intensificado su cooperación militar, activando un sistema de intercambio de datos en tiempo real sobre los lanzamientos de misiles norcoreanos e intensificando las maniobras militares conjuntas en la región.
Es más, en los últimos meses, las Fuerzas Armadas estadounidenses han enviado a Corea del Sur el submarino de propulsión nuclear «USS Missouri», el portaaviones «USS Ronald Reagan» y un bombardero estratégico B-52, lo que ha desatado la ira norcoreana.
Pyongyang ve las maniobras militares a sus puertas como un ensayo para una futura invasión de su territorio, y desde hace tiempo considera sus pruebas de misiles como «contramedidas» necesarias para hacer frente a las crecientes hostilidades.
Asimismo, Kim ha acusado a la Administración Biden de no cesar en sus acciones provocadoras con sus Fuerzas Armadas y ha abogado por la necesidad de aumentar su capacidad de reacción.
En esta ocasión, el líder norcoreano «estableció las tareas militantes para el Ejército Popular y los sectores de la industria de municiones, armas nucleares y defensa civil para acelerar aún más los preparativos bélicos», según la Agencia Central de Noticias de Corea (KCNA).
Las instrucciones se deben, según Kim, «a la base de un profundo análisis de la grave situación política y militar en la península coreana, que ha llegado al extremo debido a los movimientos sin precedentes de beligerancia anti-RPDC de EE. UU. y sus fuerzas vasallas».
Asimismo, la KCNA informó de que Corea del Norte planea “ampliar las relaciones de cooperación estratégica con los países independientes antiimperialistas y librar con dinamismo la acción y la lucha conjunta a escala internacional bajo la situación geopolítica mundial en rápida transformación».
Entre otros, este país ha ampliado sus lazos con Rusia, mientras Washington acusa a Pyongyang de suministrar material militar a Moscú para utilizarlo en su guerra con Ucrania, mientras a cambio obtiene apoyo técnico que le ayuda a mejorar su capacidad militar.
Precisamente este mes, la Casa Blanca advirtió directamente al régimen norcoreano de la intensificación de la retórica empleada por Kim.
«Estados Unidos ha reiterado su compromiso inquebrantable de proporcionar una disuasión ampliada a la República de Corea, respaldada por toda la gama de posibilidades del país, incluidas las nucleares», rezaba el comunicado, que advertía incluso de la destrucción del régimen de Kim.
Tras una serie de pruebas de misiles sin precedentes el año pasado, el Norte ha vuelto a probar en 2023 varias veces misiles con capacidad nuclear. Por ello, Washington lanzó este aviso, después de que el Reino Ermitaño lanzara al mar su misil balístico intercontinental más avanzado, el Hwasong-18 de combustible sólido, diseñado para alcanzar el territorio continental estadounidense.
El objetivo de este disparo, el tercero de este tipo en lo que va de año, era advertir a sus adversarios de sus maniobras de confrontación. Además, el 21 de noviembre puso en órbita su primer satélite espía militar, en lo que Washington y sus aliados consideraron una violación de las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, aunque expertos externos cuestionan que este pueda enviar imágenes de alta resolución de utilidad estratégica.
La respuesta de Corea del Sur
Con todo, el presidente de Corea del Sur, Yoon Suk Yeol, visitó el jueves una unidad militar de primera línea en el condado oriental de Yeoncheon para inspeccionar su postura defensiva y pidió una represalia inmediata si se producía alguna provocación por parte de su vecino. “Les insto a aplastar de inmediato y con firmeza la voluntad del enemigo de realizar una provocación sobre la marcha», exhortó Yoon a las tropas.
En su controvertida alocución, Kim subrayó además los objetivos económicos para el nuevo año, que calificó de » decisivo» para cumplir el plan quinquenal de desarrollo del país. Según la agencia norcoreana Kim aclaró importantes tareas para los sectores industriales clave e instó a estabilizar la producción agrícola a un alto nivel.
Durante años, el país se ha enfrentado a una escasez crónica de alimentos, incluida una grave hambruna en la década de 1990. Además, la pandemia de Covid-19 agravó los problemas de seguridad alimentaria como consecuencia del cierre de fronteras. Aunque al parecer la producción de cultivos este año se incrementó debido a unas condiciones climáticas favorables, lo cierto es que sigue considerándose insuficiente para hacer frente a la persistente escasez de comida en dicho territorio.