La Navidad no detiene la guerra en Gaza; pese a los mensajes de paz los muertos y heridos aumentan cada día en la Franja palestina, cuya población no ya sabe adónde huir, mientras el Ejército de Israel sumó también bajas en una de las jornadas con más víctimas desde que se inició la guerra.
Al menos 166 gazatíes murieron en el enclave costero en las últimas 24 horas y 384 resultaron heridos por los intensos bombardeos israelíes, con lo que el saldo total se eleva a 20.424 muertos y 54.036 heridos desde el inicio del conflicto armado, según el Ministerio de Sanidad de Gaza, controlado por el grupo islamista Hamás.
Israel ha ordenado la evacuación de ocho localidades del centro de la Franja para que los residentes que se trasladaran a la ciudad de Deir al Balah, donde se cometieron cinco masacres en las últimas 48 horas.
«No hay donde huir»
«No hay donde ir en Gaza», lamentan muchos de los desplazados por la ofensiva israelí, ya que ni seguir huyendo es seguro para quienes lo llevan haciendo desde hace más de dos meses y medio de guerra.
«No hay una zona segura en la Franja de Gaza», aseguró a EFE Sabri Abdelrahim en el campo de refugiados de Bureij, que Israel ordenó que lo abandonen más de 150.000 personas.
Muchos no quieren irse, pero los bombardeos les hacen pensárselo y finalmente la mayoría deciden huir, repitiendo las imágenes de coches y camiones llenos de gente, otros en carros tirados por burros con todo lo que les queda.
Niños, ancianos, mujeres, junto a colchones, mantas, utensilios de cocina y comida enlatada, mientras sobrevuelan aviones israelíes. Entre las filas israelíes, catorce soldados murieron en las últimas 48 horas, entre las jornadas más letales en su Ejército desde que comenzó la ofensiva terrestre en el enclave.
En total, 153 soldados israelíes han muerto en combate desde el inicio de la ofensiva terrestre el pasado 27 de octubre, superando los 119 que fallecieron en la guerra del Líbano de 2006, según cifras oficiales del Ejército.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, lamentó: «La guerra nos está cobrando un precio muy alto, pero no nos queda más remedio que seguir luchando» hasta la «destrucción de Hamás», pues «es la única forma de recuperar a nuestros secuestrados», aunque «llevará tiempo» y «tiene un precio muy alto».
El ataque de Hamás a Israel el pasado 7 de octubre, que desencadenó la guerra, provocó más de 1.200 muertos y unos 240 secuestrados que fueron llevados a Gaza.
El Ejército israelí informó de que atacó en las últimas 24 horas más de 200 «objetivos terroristas» de Hamás y abatió a numerosos milicianos en operaciones conjuntas con Shin Bet, el servicio de inteligencia interior del país.
Además de haber detenido a más de 200 «terroristas», tanto de Hamás como de la Yihad Islámica, en la última semana, casi 800 desde el inicio de la guerra, muchos de ellos llevados a Israel para ser interrogados.
Triste Navidad
El presidente palestino, Mahmud Abás, pidió el fin del «rio de sangre» y de los «inmensos sacrificios» del pueblo palestino en un mensaje por Navidad, celebración que cobra especial relevancia en Belén, donde la tradición cristiana ubica el nacimiento de Jesús.
«Las penurias y la heroica resiliencia de nuestro pueblo en su tierra son el camino hacia la libertad y la dignidad», afirmó el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, que gobierna zonas reducidas de Cisjordania ocupada.
Cada 24 de diciembre, Belén celebra un tradicional desfile con bandas de música, previo a la llegada del patriarca latino de Jerusalén a pie para oficiar una misa en la Iglesia de Santa Catalina, la parte católica basílica de la Natividad.
Pero este año, el patriarca Pierbattista Pizzaballa -el enviado religioso del Vaticano a Tierra Santa- llegó en una procesión solemne, sin música ni actos festivos, de luto por el alto número de palestinos en la guerra.
Ni villancicos, ni peregrinos, ni nada de una típica Navidad en Belén, pues la guerra en Gaza convirtió esta Nochebuena en una jornada triste en el lugar donde se venera el nacimiento de Jesús.»Es una Navidad muy triste», lamentó el patriarca.
Frente a la basílica de la Navidad, en la plaza del Pesebre, este año Jesús aparece entre escombros y alambradas, como los niños que mueren a diario en Gaza.